24 diciembre 2011

Felices Pascuas

A todos los lectores de este blog, Felices Pascuas de la Natividad del Señor y de los Reyes Magos. Que en 2012 no falte la salud en nuestras casas ni el sol en lo más alto del Domingo de Ramos.

Abrazos y besos.

Enrique

15 agosto 2011

El año que falté


Fue un verano raro el de 1993. Se hizo una gran obra en casa durante el mes de agosto que, junto a mis suspensos -en aquella ocasión más de la cuenta-, impidió que nos pudiésemos ir a la playa los diez o doce días que habitualmente lo veníamos haciendo. Habían pasado los años de La Antilla y no sé si los de Benalmádena; el lugar elegido era El Puerto. Quién iba a decirme por entonces que aquel rincón de la Bahía de Cádiz habría de convertirse más tarde en mi predilección, dentro y fuera de los días estivales...
En ese verano raro, tan raro que ni siquiera vivimos en casa, la posibilidad de bañarnos más allá del Náutico se limitaba a algunos fines de semana. Y el 15 de agosto caía en fin de semana, en domingo creo recordar... La decisión fue dura para todos los Núñez que integrábamos la expedición, pero finalmente nos decidimos por la playa. Tengo grabado el sentimiento, de entre tristeza y extrañeza, que tuve al ver la portada del ABC mientras desayunaba. Recuerdo también leer en él un artículo, firmado por el desaparecido calonge Paco Gil Delgado. Aún lo guardo recortado entre mis archivos, como curiosidad ligada a aquella nostálgica mañana portuense. Desde aquel balcón alto y privilegiado de Vistahermosa, podía contemplar la inmensidad del mar, con la vieja Tacita capitalina como guardiana milenaria allá en la lejanía; podía escuchar el hermoso rumor del Atlántico y sentir la alegre brisa de la mañana fresca. Tenía ante mí, en definitiva, lo que me había llevado días ansiando. Por contra, desde aquel lugar no podía divisar la Giralda, ni escuchar sus campanas cuando la Virgen saluda al sol; cuando gira sobre su propio eje, buscando asomar a cada corazón sevillano; o cuando regresa triunfal a su plaza, apenas una hora después de haber atravesado la Puerta de los Palos. Contemplaba el mar, pero ello conllevaba no poder recrearme en su enigmática mirada de siglos, esa que magistralmente ha retratado hace unos días, en el besamanos, mi amigo Javi Comas.
Nunca falté desde que me alcanza la memoria y nunca volví a hacerlo, pero aquella vez sí. Aquel 15 de agosto solo vi a la Virgen de los Reyes con los ojos del alma, mientras los repiques a Gloria se tornaban en olas tempranas.

10 agosto 2011

Yo estaba allí...

Tú sabes, tío José, mejor que nadie, que quien no vio a Morante y Manzanares el sábado en El Puerto no sabe lo que es la torería...

13 julio 2011

Donde paro en Sevilla


Dado lo mucho que ha gustado, a quienes lo han leído, este conjunto de breves comentarios sobre los bares sevillanos que más frecuento, lo convierto también en entrada ordinaria. Con esto, aprovecho para darle algo de vida al blog, que anda, como casi todos sus hermanos, en una de esas etapas poco activa.
Como ya comenté a mis seguidores twitteros, la idea es ir sumando nuevas barras y restaurantes de mi agrado. No serán solo establecimientos de Sevilla, sino también de otros lugares que visito con relativa asiduidad y en los que, cómo no, también mantengo mis devociones culinarias. Podrán encontrarlos, más pronto que tarde, en la pestaña superior derecha donde está incluido, desde hace un par de días, este mismo texto.
A modo de ilustración, he escogido esta fotografía "rinconcillera" de mi tío Juan. Me resultó propicia a estas calores estivales por el frescor que desprende la imagen de la copa que sirve Fernando.

Estos son mis imprescindibles:

Vizcaíno: En plena calle Feria, esta vieja taberna, paredaña a la capilla de Montesión, tira la que para mí es, sin lugar a dudas, la mejor cerveza de Sevilla. Forma parte del atemporal costumbrismo de la plaza de los Carros, el lugar perfecto para comenzar un mediodía o una larga noche entre amigos. Nunca debería perderse.

Casa Mateo: Sita en la calle Palacios Malaver. Siento debilidad por su Valdepeñas, siempre a una temperatura perfecta. Entre sus tapas, destaca el excelente bacalao rebozado, la especialidad de la casa; su montadito de atún con mayonesa y sus tortillas. No hay nada preparado, todo lo hacen en el instante el bueno de Mateo y su hijo, sordomudos de nacimiento y ejemplos de superación.

El Rinconcillo: Desde 1670 a la sombra de la iglesia de Santa Catalina, por si hay alguien en este mundo que aún no lo conoce. En él me siento como en casa; y es que gente como Carlos y Javier (sus propietarios) o empleados como Fernando me han visto crecer ante su barra. Todo está bueno aquí, desde el pavía a las espinacas, pasando por el arroz, los guisos del día o su inigualable tortilla de jamón. El restaurante de arriba también es de nota.

Becerrita: En la calle Recaredo, muy cerca de donde Enrique Becerra padre abrió el primer negocio familiar, se ubica este restaurante -también es bar de tapas y muy bueno- que pasa por ser el más valorado de la ciudad. No es barato, pero sí agradable, exquisito en el trato y con una carta, basada en la cocina local y regional, inmejorable de principio a fin. El lugar ideal para darse un homenaje.

La Goleta: Esta pequeña y popular tabernita de la calle Mateos Gago, propiedad de mi buen amigo Álvaro Peregil, sigue siendo un lugar magnífico para tomarse un botellín helado con unos montaditos excelentes, entre los que me gusta especialmente el de carne mechá. Puede parecer incómoda, pero lo compensa su personalidad, encanto y la gracia sevillana que desprende su dueño.

La Reja: En un rincón de Sierpes, cerca de la Campana, parece estar sacada de otros tiempos, aquellos a los que retrotrae su estética y la de sus camareros. Distinta a todos los bares y cafeterías del centro, conoció la ciudad sin noche, la de los teatros y a muchos de sus parroquianos actuales con varios años menos. Su carta de tapas es breve y ajena a innovaciones, pero cualquiera que se pidan es recomendable.

Donald: Situado en la calle Canalejas, es otro clásico sevillano. Me gustan sus tapas frías, en especial la ensaladilla y el brazo sanluqueño; y también su mero empanado. En sus paredes abundan las fotografías taurinas; esto y la cercanía con el hotel Colón lo convierten durante la Feria en lugar de reencuentro y de tertulias tras las tardes de toros. En esos días de fiesta, no me busquen en el real, háganlo mejor aquí.

Santa Marta: Junto al pasaje Los Azahares, en pleno corazón de la ciudad, se sitúa este populoso bar donde es posible almorzar con solo un par de tapas. Su tortilla, continuamente agotada y repuesta, es difícilmente superable, sobre todo si la piden con mayonesa. La tapa del día suele alcanzar unas dimensiones más que respetables, sin llegar a las de su conocido flamenquín. No concibo una tarde de compras por el centro que no concluya allí.

Bodega San Lorenzo: Muy cerca de la plaza donde vive el Señor, como recordara un pregonero, encontramos este establecimiento centenario. A él acudo por cuestiones genéticas: mi abuelo era un habitual cuando la conocida en el barrio como “la bodega”, a secas, era aún más pura. Me gusta su tinto frío con sifón, su original aliño de atún y melva con tomate frito y su montadito de jamón.

Casa Manolo: Este de la calle San Jorge es, sin lugar a dudas, uno de mis rincones favoritos de Triana. Con frecuencia, cruzar el puente es símbolo de una visita a Manolo. Entre sus tapas, desde muy niño siento debilidad por su huevo bechamel. Sentado a la mesa, y pese a su carta inagotable, caben pocas elecciones mejores que la de sopa de picadillo y milanesa de cerdo. Comer tan bien y a tan buen precio como aquí no es fácil.

Bodega San Benito: En el tramo de la Buhaira más cercano a Luis Montoto, se sitúa este establecimiento al que Manolo Arias, su propietario y el de otros dos negocios cercanos, ha dotado de un aire diferente al del resto de bares de la zona. La chacina, en sus múltiples variedades, es la estrella de esta barra de la Calzá. Para regarla, cuenta con una interesante oferta de vinos, de diversa procedencia y a precios muy competitivos.

Hermanos G.Hijón: A la vera de donde se alzara la Puerta de Córdoba, en plena Ronda de Capuchinos, encontramos este bar-cafetería, propicio para salvar un mediodía de obligado almuerzo fuera de casa. A su carta fija de tapas y platos -donde mandan en mis predilecciones el pavía y el mantecaíto de solomillo- suman otra del día, en la que no suelen faltar la correcta paella o unas excelentes espinacas. Tienen incluso postres.

20 junio 2011

Bienvenido, Granada

El ascenso del Granada a la Liga BBVA me ha llenado de alegría como creo que nunca lo había hecho el de ningún otro equipo, excepto cuando, como este mismo año, el afortunado ha sido el Betis, claro.
No podía ser de otra forma ya que mis orígenes Henares son granadinos, en concreto de Maracena, un pueblo pegadito a la capital, que es donde nació y vivió sus primeros años mi abuelo Enrique. Por si fuera poco, mi hermano lleva desde septiembre de 2007 residiendo en Granada, en la mismita plaza Nueva, con lo que suelo visitar la ciudad con bastante frecuencia y le he tomado un cariño enorme, sintiéndola ya mi segunda cuna. Descubrir sus calles, sus rincones perdidos, sus bares y sus tapas, a mi ya por siempre querido y venerado Fray Leopoldo... ha supuesto un disfrute inolvidable, además de un refuerzo para un vínculo imperecedero.
A partir de ahora, tendremos además la posibilidad de acudir a su estadio de Los Cármenes a ver fútbol del bueno.
Bienvenido, Granada. Toda la suerte del mundo en tu quinta aventura entre los grandes.

08 mayo 2011

Yo estaba allí...

Dicen que fue una tarde histórica. ¿Quién lo duda? Muchos nos dimos cuenta de que así sería desde el inicio del solemne paseíllo de tres toreros que saben hacerlo como pocos: a la izquierda Julito Aparicio, de azul Estrella y oro; a la derecha José Antonio Morante, de verde Esperanza Macarena y oro; en el centro José María Manzanares, de azul cielo de Domingo de Ramos y oro. Fotógrafos multiplicados ante la elegancia de tres matadores distintos; el incombustible y nonagenario Canito entre ellos, besado por los toreros cariñosamente nada más advertir estos su presencia. La lluvia de solo unos instantes antes daba paso a una tarde de sol primaveral; temperatura perfecta, quizás algo de viento...
Salió el primero de Cuvillo cuatro años después. Muy pronto comenzó a demostrar el gran colaborador que sería. La tarde se iba a fragmentar en dos recuerdos inolvidables: la actuación conjunta, brutal, de José Mari Manzanares y el recital a la verónica de Aparicio y Morante en este toro que abrió plaza. Lógicamente, ha quedado eclipsado por la trascendencia del hecho que vivimos instantes después, pero aquello fue la locura. Comenzó Julio en el recibo, meciendo su capote de vueltas azules en unos lances de indudable inspiración paulista; continuó él mismo tras el puyazo, en un quite que hizo crujir la Maestranza, devolviéndola por un instante a aquella novillada matinal de hace más de dos décadas. Después vino la réplica de José Antonio, y pareció renacer entonces el cante grande de la tarde de Jerez el pasado año, o la histórica de Madrid en 2009. Manos bajas, mentón hundido. Sublime composición. Insuperable...
Como casi todos preveíamos, despiertos ya del sueño capotero, el espectacular cuvillo se fue con las orejas puestas a la gloria de los toros buenos. Como casi siempre, Morante de la Puebla reencontró la mala suerte con sus lotes sevillanos. Por el camino quedaron algunas pinceladas en la faena de más a menos del sobrero que hizo de segundo. Llegará el día, tiene que llegar. A todos los toreros grandes les llega.
Como le llegó a Manzanares... No voy a polemizar aquí sobre el indulto, me parece una pérdida de tiempo. Sí diré que me resultó innecesario, pero no entiendo que se diga que desprestigia a la Maestranza, equiparándolo con ello a otras tantas cosas que sí lo hacen verdaderamente. Ocurrió en un contexto, en unas circunstancias, con un torero y una forma de torear que a muchos nos hace olvidar todo. ¿Qué más da entonces? Borrachera de temple, empaque, majestad, torería, sabor ordoñista... Hilen ustedes una frase siquiera viendo el vídeo para intentar describir lo que allí ocurrió. Yo no he logrado hacerlo. Si bueno fue lo del tercero, muchos disfrutamos aún más lo del sexto, ajenos ya por completo a todo aquello que no fuese la faena rotunda de José Mari, que en un ramillete de series para enmarcar volvió a acompañar, con todo el cuerpo, la dulce embestida de otro excelente toro de Cuvillo...
Faltó poco para que me lo perdiera, pero a Dios gracias no fue así. Yo estaba allí... el día en que Manzanares toreó más despacio de lo que imaginarse pueda y se asomó al Guadalquivir cuando atardece.

16 abril 2011

Mis apuntes cofradieros (y V)

"Y cuando ya parezcan que no faltan más días, llegará la víspera del sueño. Ya sí que todo está dispuesto a comenzar. La belleza de esta noche de sábado, para muchos de nosotros desde muy niños una segunda noche de Reyes, es infinita. Los pasos de las hermandades del Domingo de Ramos en sus preparativos florales constituyen el signo inequívoco de que, apenas transcurran unas horas, por fin nos amanecerá la ilusión de todo un año. En San Julián o en El Porvenir, en El Salvador o en Molviedro, en Los Terceros o en la vieja Ronda, y allá por San Jacinto o en aquel San Juan de la Palma en donde todo arrancó, la luna brillará sin cerco y eso significará que todos los ritos están cumplidos, todos menos el más bello: el de asomarnos, recién abiertos los ojos, al primer cielo de la Semana Santa."

06 abril 2011

Mis apuntes cofradieros (IV)

Al presentar estos viejos apuntes cofradieros, ya les anuncié que, ocasionalmente, publicaría alguno de los escasos versos que he escrito a lo largo de mi vida. Rogándoles, una vez más, disculpen el atrevimiento, les dejo este soneto al Cristo de la Buena Muerte de la Universidad. Hace bastantes años que permanecía guardado en el cajón de lo privado, de donde nunca pensé que saldría.

"¿Qué dulce sangre mana de tu herida?
¿Qué plenitud severa en ti me apena?
¿Qué locura de amor tu sueño llena?
¿Qué cadencia en ti mora adormecida?

¡Qué suprema lección la recibida!
¡Qué caricia tan viva en muerte plena!
¿Qué Postigo de luz, en cal y arena,
enmarcara tu efigie engrandecida?

¡Qué perfecta y preciada tu escultura!
¡Qué suave caída en tu pendiente!
¡Qué leve rigidez en tu estructura!

¡Qué bendito milagro poder verte
y observar tu perfecta arquitectura,
mientras sueñas tu eterna Buena Muerte!"

01 abril 2011

Mis apuntes cofradieros (III)

"Siempre anheló aquel nazarenito de Montesión, que antes de la salida repartía caramelos entre los “ratones” de Rafael Franco, con emular a aquellos hombres de ásperas manos encallecidas y frentes despejadas, a los que los mayores llamaban costaleros y que, a la vez que él cubría su rostro con el negro antifaz de terciopelo, se disponían bajo el palio de la Virgen del Rosario.
Apasionado de la Semana Santa en todos sus aspectos y auténtico cristiano, miraba pese a todo más hacia abajo que hacia arriba al ver pasar un paso. Y es que aquel mundo de las trabajaderas le atraía sobremanera, hasta tal punto que cada Domingo de Ramos, catorce o quince años tendría la vez primera, se acercaba frente a la taberna “El Colmo”, en la Puerta Osario, a ver cómo igualaban Vicente Pérez Caro y Antonio Villanueva su cuadrilla de “pasocristo” antes de marchar al Porvenir.
Aquel niño del barrio de San Lorenzo, hecho ya un adolescente, asistía cada año junto a amigos de su misma cuerda a la lista de los Rechi, allá en la calle Arfe, buscando con ilusión la oportunidad soñada. Sería en 1973 cuando, de la mano de un excepcional Hermano Mayor (Ricardo Mena) y un magnífico capataz (Salvador Dorado Vázquez), les llegó, tanto a él como a otros muchos jóvenes universitarios, la posibilidad de acometer ese ilusionante e histórico proyecto en el que con valentía se embaucó la Hermandad de los Estudiantes."

18 marzo 2011

Yo estaba allí...

Era invierno en Madrid, pero parecía primavera en Sevilla; era Carabanchel, pero parecía Jerez o El Puerto; era Morante de la Puebla, pero parecía Currito de la Cruz...

09 marzo 2011

La esencia perdida


Ultimo en estos días la lectura de un libro para capillitas excepcional: Las Cofradías de Sevilla en la II República (Abec editores), de Juan Pedro Recio. La falta de tiempo y de la calma necesaria no me han permitido devorarlo con la prontitud que acostumbro en esos casos en que lo que tengo entre manos me apasiona sobremanera, pero quizá estas circunstancias han hecho que lo paladee más aún. Desde que la mañana de Reyes apareció, cariñosamente envuelto, sobre la mesa del salón, hasta la tarde de mitad de febrero en que redacto este artículo, he sentido, en no pocas ocasiones, la sensación de que me reencontraba con el disfrute y el aprendizaje sobre ciertos aspectos de la fiesta amada. Hasta aquí nada extraño, dirá alguno, pero es que la descrita, les confieso que era una sensación tristemente perdida desde hace largo tiempo.
Desde muy niño sentí una enorme inquietud hacia todo aquello que rodeaba a nuestras hermandades y cofradías. Las primeras lecciones llegaron de la mano de mis padres y de mi abuela Amalia, si bien en cuanto tuve ocasión –y siempre en la medida de mis infantiles posibilidades, claro está- me fui acercando a todo tipo de publicaciones de diverso carácter. Me convertí a la par en un ferviente oyente de programas de radio cofradieros: el viejo Saeta, de Cope, este año felizmente recuperado; el inconfundible Cruz de Guía, de Radio Sevilla, al que posteriormente estaría un largo tiempo vinculado, primero como participante de su concurso para grupos jóvenes y más tarde como contertulio habitual; El Llamador, de Canal Sur, por aquellos años un magnífico programa de cofradías, ejemplo de radio joven y fresca, personal, pero siempre respetuosa, la antítesis de aquello que es ahora... Junto a estos, otros que pasaron a la historia: programas vespertinos como el Siempre es Víspera, de Antena Médica, mantenido de forma admirable de lunes a viernes durante todo el año; aquellos de la incipiente Onda Cero, o de la desaparecida Radio Voz... Cercana la Cuaresma, el retorno de estas emisiones; de las páginas especiales en los periódicos; de publicaciones diversas que, como hoy pero en menor medida, veían la luz en aquellos días suponían el mejor heraldo anunciador de las tardes templadas de luz más duradera; de las noches de ensayo y montaje de pasos; de los nervios en el estómago, cercana la semana grande...
Poco tiempo después, en plena adolescencia, conocí cómo se vive este tiempo en el seno de una hermandad. Colaboré entonces, durante algunos años, en la puesta a punto de la cofradía. Aprendí, disfruté enormemente, pero siempre extrañé en cierto modo aquellas sensaciones de la niñez. A la par, mi universo cofrade se transformaba. Llegaba Internet, aportando lo bueno y lo menos bueno. Aquello que tanto disfrutaba en el pasado parecía malearse y, lo que es peor, eternizarse hasta perder su encanto. Comprendí entonces que solo es posible reverdecer viejas glorias en algunos rincones, muchos menos que ayer, en los que se halla la Semana Santa con mayúsculas. A veces, un rayo de esperanza, como esta bien documentada, seria y apasionante publicación de Juan Pedro Recio, nos devuelve la ilusión de que algún día, aunque sea solo en parte, el dulce tiempo de la espera recuperará esa esencia perdida.

20 febrero 2011

Mis apuntes cofradieros (II)

"Suele ser a esa hora en que una inexplicable sensación, una luz exclusiva y personalísima, un indeterminado aire de melancolía y una brisa serena y tibiamente fresca nos invaden el alma y los recuerdos, copados por tantas emociones vividas en tan escaso espacio temporal.
Suele ser a esa hora en que, por vez primera, sentimos verdadera conciencia de que lo que tanto anhelábamos se nos empieza a ir muy lentamente, tan lentamente como habrá amanecido este Viernes entre negros capirotes por el viejo Compás de la Laguna; por la estrechez de la antigua calle Capuchinas, cortada de manera sorpresiva por la larga zancada del Señor que todo lo puede; o por un Arenal de blancas capas, humo de calentitos y serrín de tabernas.
Suele ser a esa hora en que la calle que sabe a la ciudad de siempre, la eterna calle Feria, recibe los primeros nazarenos de antifaces morados que anteceden el paso de la Sentencia de Cristo. Suena toda la trompetería de la Centuria por la estrechez cercana a Montesión, mientras San Juan de la Palma se inunda de verdes capirotes de Esperanza..."

28 enero 2011

Mis apuntes cofradieros (I)

Se me ha ocurrido, ahora que se aproximan esas fechas que casi todos esperamos, ir publicando, ocasionalmente, algunos textos de mi propia cosecha relacionados con la Semana Santa. A veces se tratará de un fragmento extraído de un texto mayor; otras de una breve reflexión anotada en una cuartilla; muy de tarde en tarde de algunos versos, por lo que vuelvo a pedirles, de antemano, perdonen mis muchas limitaciones ante estos... Ni siquiera concretaré para qué ni cuándo fue aquello escrito. Buscaré, eso sí, ilustrarlo con alguna imagen curiosa o de cierto valor sentimental de entre las que guardo en mi archivo fotográfico. Espero que les guste la idea.

"Noche cerrada de Lunes Santo en la Plaza del Salvador. Se hace el silencio. Entre el gentío avanza majestuoso, como flotando entre la multitud, el entierro de Cristo. Escoltado por negros nazarenos de oscuros cirios elevados, desaparece de nuestra vista calle Cuna arriba. Nos habrá parecido un fugaz sueño, pero no; era el misterio de Santa Marta de vuelta a San Andrés. Nos sabe tan antiguo y hermoso su andar que no podemos evitar sentir una infinita envidia sana hacia quienes van debajo de ese paso..."

09 enero 2011

Gracias, Mel


Tecleo estas líneas horas más tarde de la conclusión del Huesca-Betis, partido que simboliza como pocos la cruda realidad de la travesía por el infierno de la 2ª, pero aún con la resaca inolvidable del alegrón mayúsculo dado por nuestro equipo la mañana de Reyes al sur de Madrid.
Mucho se ha escrito en otras bitácoras, recientemente, acerca de los problemas institucionales del Betis y de la llegada a la presidencia de Gordillo. Qué duda cabe que esta última debe ser motivo de alegría para cualquier bético, por ser Rafael quien es y por suponer, al menos de momento, la ausencia de todos los elementos discordantes de los últimos tiempos. Una alegría, sí, pero nunca una solución definitiva, porque indudablemente no es “El Gordo” la persona indicada para devolver al Betis su prestigio y buen nombre. Mucho se ha escrito acerca de todos estos asuntos, pero opino que no lo suficiente en alabanza de quien –con permiso del genial Rubén Castro- nos ha devuelto a algunos béticos la ilusión por el fútbol: Pepe Mel.
Cuando de niño acudía a mis primeros partidos en el viejo Villamarín, un futbolista llamaba mi atención sobre todos los demás. No era un dechado de calidad, ni de técnica, pero era quien aportaba al equipo la sal del gol, aquella que hoy se paga a precio desorbitado y que forja ídolos temporales entre la chavalería. Ese futbolista, al que hace décadas admiré, era el 9 del Betis, Pepe Mel, o si así lo prefieren: “no diga gol, diga Mel”. Nunca alcanzó la gloria futbolística que en momentos puntuales de su etapa bética algunos le auguraron, pero quién sabe si ahora la logrará como técnico. Mal camino no lleva.
De Mel no sólo me gusta la frescura que ha aportado al fútbol de un equipo que estaba muerto física y mentalmente. Son aún más dignas de valorar su rotundidad, su claridad de ideas y de principios en los tiempos que corren para la entidad, en cuyos vaivenes continuos no se ha casado con nadie, ni ha dejado de llamar a las cosas por su nombre. Queda mucha liga, la 2ª es un calvario para cualquiera, y más para un conjunto de plantilla corta, convertido –aún más ahora en su liderato indiscutible- en el enemigo a batir. Cuentan ciertos expertos futbolísticos que los equipos de Mel se caen en las segundas vueltas, todo es posible en nuestro Betis, pero de momento la cosa pinta bien.
En cualquier caso, a mí este señor, que dice sentirse bético y al contrario que a otros se le nota, me ha devuelto la ilusión por mis colores. Gracias a él, y a un grupo de jóvenes futbolistas a los que ha sabido imprimir mentalidad ganadora, vamos a ver al mejor equipo del mundo en Heliópolis, a la par que caminamos con paso firme hacia 1ª. Gracias a él, a aquel delantero centro que admiré en mi infancia verdiblanca, hoy vuelvo, tras más de dos años sin ánimo para hacerlo, a escribir sobre el equipo de mis amores en este blog. Al menos por la parte que me toca: gracias, Mel.