20 septiembre 2006

De bares por Sevilla (II)

Un buen sitio para iniciar nuestra segunda ruta puede ser mi barrio.
Perdida la atalaya del Donaire (no había un lugar mejor desde donde pulsar la Alfalfa que la cristalera de este bar a la hora del desayuno), nos quedan el Horno San Buenaventura y los mejores calentitos de Sevilla. Para cervecear, siempre estarán la Mina (con sabor a mediodía de Corpus) o el cercano Salvador; y para tomar tapas, lugares tan celebrados como el Trastienda o la Antigua Manzanilla, con su cartel de toros en la puerta. Los mantecaos y serranitos de la Espero te esquina tampoco quedan lejos y nos devolverán a la más tierna adolescencia.
La calle Mateos Gago también la tengo más que dominada. Bares en ella hay muchos e interesantes, pero con permiso de la Fresquita y sus tambores de la Centuria, ninguno como el del amigo Álvaro Peregil, señor del botellín y el montaíto, sabio conocedor de las hermandades de todos los parroquianos (las cuales predica a voz en grito) y recurso laboral para jóvenes tiesos. Esta Goleta de Alvarito es un sitio con arte, eso está claro.
Por último, lugares tan perfectos como el Arenal y San Lorenzo también tenían que estar regados de Valdepeña y de Cruzcampo.
Del primero me quedo con el Virgen de los Reyes, en la calle Arfe, una de esas tascas ante las que hay que santiguarse. Las tres Bodeguitas de Antonio Romero y el Pepe Hillo de Adriano son un buen lugar para tomar tapitas más elaboradas.
En el barrio del Señor no hay otra barra como la de la Bodega, sus tapas frías y su vermú con sifón merecen hace años todos mis respetos. Rodríguez en San Antonio, con su muslo de pollo empanao, y el Eslava (a ver si así me escribes algo, Gordo) completan esta entrega.
Pd: lo de Ovidio es un invento de El Llamador, he probado mil croquetas mejores que esas.
Continuará...

7 comentarios:

del porvenir dijo...

Disiento en algunas cosillas, de la bodeguita Antonio Romero sólo cabe hablar de la que regentaba el padre en Harinas y que el otro día volví a ver abierta, las otras no son lo mismo aunque la saga es digna del precursor. Recuerdo el retrato a lápiz de Mario Triana (promesa taurina del barrio), la perdiz disecada, que anduvo viva por la barra en su día, y por supuesto los pepitos de pringá.
Incorporo a tu nómina botellinera una novedosa taberna Matarima en la confluencia de Águilas con la Alfalfa y con un queso que resucita un muerto.

Reyes dijo...

¿Y la espero te esquina? algo cutre (en sus primeros tiempos, ahora con la reforma ha perdido su encanto), pocos montaitos de "esquina" me he comido allí después de salir de limpiar plata...

Enrique Henares dijo...

La Espero es un clásico del barrio, además como comento en la entrada me devuelve a los 18-20 años (que conste que no quedan tan tan lejos) cuando ibamos por allí cada Viernes noche con puntualidad.

Porveni dijo...

Como bien sabes Pregonero, la Bodeguita de S. Lorenzo es mi debilidad. Allí se puede pasar la noche de tertulia sin que pase el tiempo. Una cerveza o un tinto y esas tapas frías que quitan el sentío, y esa bodeguita que nos arrastra un siglo en el tiempo. Es que hasta me inspira para escribir..jeje.
Pd: Veo que tengo a un primo hermano en el blog, del porvenir, saludos.

Enrique Henares dijo...

Amigo porveni, veo que coincidimos en la devoción por varios bares, qué curiosa casualidad, jeje!!

Anónimo dijo...

Y también la extinta taberna Danubio, de Ramón, que olvida usted a los grandes clásicos por los que tanto correteamos en nuestra más tierna infancia ;-).

Kiski dijo...

Te ha faltado nombrar a Pepe el Muerto, que gran tasca...

Ah, y las croquetas de Ovidio a mi me parecen sublimes, me comería dos kilos...

Un Saludo