02 enero 2007

Retrato en sepia de la Cabalgata

Estos primeros días de Enero son para mí, junto a la Nochebuena, los más encantadores de estas fiestas. La tarde serena y reposada del primer día del año es uno de esos regalos con que Sevilla premia a quienes tanto la amamos, cantamos y disfrutamos. Pasear sus calles, quizás algo más solitarias frente al habitual ajetreo navideño del centro y visitar al Señor en el arranque de su Quinario, sintiendo que la cuenta atrás comienza, es una de esas tradiciones no escritas que muchos gustamos de cumplimentar en esta jornada.
Pero sin duda estas horas son, en nuestra memoria, las de la ilusión infantil, contenida hasta su desborde en la tarde mágica del día 5. El de la Cabalgata siempre fue un día especial y la edad no es un óbice para que, año tras año, lo continúe siendo.
Ya por la mañana tiene ese aire personal y atractivo que nuestra Sevilla sabe aportar a sus celebraciones, por muy distintas que estas sean. Desde primera hora de la tarde el mágico cortejo discurrirá por la ciudad; volveremos a acudir a ese mismo punto estratégico en que la venimos viendo, volveremos a disfrutar, a ser partícipes de la alegría predominante y esos rostros infantiles que nos rodean, entre nerviosos e ilusionados, serán ese retrato en sepia de las cabalgatas de nuestra niñez.
Un año más regresaré en mis recuerdos a la Plaza Nueva, o ante la desaparecida zapatería Garach, en la calle Tetuán, donde tantos años vi los Reyes; y también volverán a mi mente las primeras cabalgatas junto a los amigos, en esa Ronda histórica que en esta tarde se nos muestra con todo su sabor añejo, repleta de público, de globos, de tambores...
Tras tomar una copa, inconscientemente, llegaremos a casa más temprano que nunca y al dejar el puñadito de caramelos sobre la mesa nos inundará la nostalgia de aquellos años pasados que en esta tarde volvimos a rememorar.
Las circunstancias de nuestra vida la irán haciendo distinta, quizás en un futuro nuestra ilusión se torne más hermosa al contemplar la de quien más querremos, pero que nadie dude que, mientras estemos vivos, la del 5 de Enero será la noche en la que nos acostaremos siendo el niño que fuimos.

13 comentarios:

Reyes dijo...

Es la noche en que sigo siendo niña.
¿Te has fijado que los que mejor se lo pasan cogiendo caramelos son los mayores?
Ya tengo el nudo en el estómago. Esta semana vamos a coincidir en el tema.

Anónimo dijo...

Es cierto, la ilusión de nuestros hijos y sobrinos sigue siendo la misma de cuando nosobros teníamos su edad. Es la noche de la ilusión, para levantarse más temprano que nunca y tirarse al suelo con los niños y volver a nuestra niñez.

Enrique Henares dijo...

Vivir algo así debe ser uno de los momentos más felices en la vida de una persona. Espero disfrutarlo algún día.

Finidiblanco dijo...

Lo es, pregonero, lo es

Enrique Henares dijo...

Un año más se disfrutó de lo lindo viendo los Reyes. Vuelvo a recomendar Santa Catalina, a la altura del Tremendo, como un lugar con mucho ambiente para verlos.

Anónimo dijo...

Es una noche muy bonita, porque no solo es la ilusión de los niños, sino la de todos nosotros. Siempre habrá ese misterio por saber si han pasado los Reyes Magos para dejar algo o no.

Anónimo dijo...

Por cierto soy Porveni, que se me ha olvidado ponerlo, jeje.

Enrique Henares dijo...

La verdad es que al "Loco" le dio una pájara de las gordas, no lo veía yo muy propicio para la ocasión...
Espero que los Reyes se hayan portado bien con mis queridos lectores.

Anónimo dijo...

Lo mejor de la cabalgata: la oronda panza del Risitas. Espero que SSMM se hayan portado con todos los lectores de este blog y les (nos) hayan traído una buena dosis de rancidez para este nuevo año.

Reyes dijo...

Desde luego lo del Quintero es la pera.
No valen los caramelos recogidos para darlos en Semana Santa...

Anónimo dijo...

Querido Pregonero:

Ya ha pasado Baltasar por la Puerta de San Pedro (en el caso de este año, con cartilla de racionamiento para los caramelos, más escasos que las salidas de San Isidoro en la última década) y eso es señal inequívoca de que ya hay que empezar a planchar los costales. Que sepa Vuesa Merced que espero con verdadera impaciencia las crónicas de ensayos y tertulias al refugio de una "fresquita" que nos quedan por vivir en estos intensos meses.

Un abrazo.

Enrique Henares dijo...

No dude usted que llegarán. Si este blog habitualmente está teñido de abundantes referencias cofradieras, en estos próximos meses se intesificarán forzosamente.

Un fuerte abrazo amigo.

Anónimo dijo...

luz