30 octubre 2006

La otra rosa de San Lorenzo

Si Sevilla me enamora como lo hace es, entre otras cosas, porque una persona muy especial para mí me enseñó a amar profundamente ese rincón tan puro de pequeñas calles salpicadas de patios de pilistras y conventos femeninos, sobrevoladas por becquerianas golondrinas que buscan el cercano río.
Por ella siempre supe que el final de la antigua Capuchinas desembocaba en el mismo cielo, en esa plaza, alfombrada de hojas otoñales, donde habita quien todo lo puede y donde San Lorenzo con su parrilla preside la parroquia en la que la Soledad, de la que abuelo fue penitente y ante la que se casó y se bautizaron sus tres hijos, vigila todo un barrio al que se asoma inmersa, cada Sábado Santo, en la cofradía con más romanticismo de toda la Semana Santa.
Ella me enseñó que la Pastora de San Antonio es la Virgen de gloria que recorre su pequeña ciudad y que al Señor, en una mañana de Mayo y bajo palio con tambores de Tejera por la calle Santa Clara, se le llama "Su Divina Majestad".
Ella llevó a la silla de la Campana durante muchos años a ese niño "fatiga" que, con su primo Juan, tenía que estar sentado allí cuando pasara la primera; y ella, mi abuela, fue quien me contó ese secreto a voces de que la morena más guapa de Sevilla vive en el que siempre fue su barrio y que el Miércoles Santo por la mañana, recién concluida la estación de penitencia, está más bella que nunca en su paso de palio tras los "mocos" de cera de la candelería.
Gracias a esa otra rosa de San Lorenzo siempre supe que Sevilla es más Sevilla en donde ella nació, el mismo año en que Castillo hizo el Dulce Nombre.

9 comentarios:

Reyes dijo...

Me has hecho llorar, porque yo también fui nieta de alguien así, que me hizo amar Sevilla y sus cosas como nadie.
Una vez te hablé de él, ¿te acuerdas?

Anónimo dijo...

Preciosa la narración, más cosas bellas no se pueden haber dicho.

Enrique Henares dijo...

Claro que lo recuerdo dama.;)

Finidiblanco dijo...

Dulce Nombre a los sones de Macarena de Cebrián, San Lorenzo enmarcada en esa plaza, señorío de la Soledad, majestuosidad del Señor de Sevilla, anda que no hay ná por esos lares

Enrique Henares dijo...

La llegada del palio del Dulce Nombre a la plaza de San Lorenzo, iluminando la oscuridad de ésta con la cera agonizante de su candelería es uno de esos instantes de la Semana Santa que tengo grabado desde niño, o quizás ya "muchachito" por aquello de la tardía hora de entrada.
Para mi sin duda una cita ineludible.

Anónimo dijo...

¡Qué belleza de imágenes cuando habla el corazón y el recuerdo de una persona tan especial se hace patente en ese lirismo tan bien expresado! Me has hecho que recuerde ese lugar tan sevillano, tan sólo con leer y cerrar los ojos; he rememorado la primera vez que pisé esa iglesia de sabor tan sevillano. Ahora eso sí, espero que ese niño "fatiga" no siga siéndolo.

Anónimo dijo...

Soy Sergio (Zanki) desde luego palabras mas bonitas no se pueden decir, un abuela orgullosa de su nieto y un nieto orgulloso de su abuela, ella te cuidara siempre desde ese balcon que tiene reservado junto al Señor de Sevilla, para la eternidad, ella siempre estara en la plaza de San Lorenzo, siempre junto a ti en esas calles que te enseño........ en fin no puedo seguir las lagrimas me embargan, grandes abuelas se estan iendo este año todas presumiendo de nietos y a cual mas orgullosas y con mas razon, un saludo Enrique y un abrazo.

Enrique Henares dijo...

Muchas gracias por tus palabras Sergio.
Ya me habían comentado que, poco antes que la mía, se fue para arriba otra abuela a cuidar de dos pedazo de costaleros como los Zancajo.

Enrique Henares dijo...

Muchas gracias Miguel. ;)
Un abrazo.