"Siempre anheló aquel nazarenito de Montesión, que antes de la salida repartía caramelos entre los “ratones” de Rafael Franco, con emular a aquellos hombres de ásperas manos encallecidas y frentes despejadas, a los que los mayores llamaban costaleros y que, a la vez que él cubría su rostro con el negro antifaz de terciopelo, se disponían bajo el palio de la Virgen del Rosario.
Apasionado de la Semana Santa en todos sus aspectos y auténtico cristiano, miraba pese a todo más hacia abajo que hacia arriba al ver pasar un paso. Y es que aquel mundo de las trabajaderas le atraía sobremanera, hasta tal punto que cada Domingo de Ramos, catorce o quince años tendría la vez primera, se acercaba frente a la taberna “El Colmo”, en la Puerta Osario, a ver cómo igualaban Vicente Pérez Caro y Antonio Villanueva su cuadrilla de “pasocristo” antes de marchar al Porvenir.
Aquel niño del barrio de San Lorenzo, hecho ya un adolescente, asistía cada año junto a amigos de su misma cuerda a la lista de los Rechi, allá en la calle Arfe, buscando con ilusión la oportunidad soñada. Sería en 1973 cuando, de la mano de un excepcional Hermano Mayor (Ricardo Mena) y un magnífico capataz (Salvador Dorado Vázquez), les llegó, tanto a él como a otros muchos jóvenes universitarios, la posibilidad de acometer ese ilusionante e histórico proyecto en el que con valentía se embaucó la Hermandad de los Estudiantes."
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5 comentarios:
Enrique, hermosa introducción a una hermosa historia, no cabe duda; pero, ¿porque cada vez que se habla de ese hito nos acordamos siempre del gran Salvador Dorado, y nos olvidamos injustamente de alguien que también tuvo mucho que ver, un pedazo de capataz y un monstruo como persona, que estará igualando ángeles costaleros, me estoy refiriendo, quizas lo hayas adivinado, a D. MANUEL SANTIAGO GIL.un abrazo amigo
Qué duda cabe que, aunque no aparece citado en el texto, el bueno de Manolo tuvo mucho que ver con aquello. Son innumerables las anécdotas en torno a él que he escuchado en boca de mi padre y otros muchos protagonistas de aquel hito.
Precioso Henarito, tu sabes bien lo que yo pagaría por haber conocido esa época.
Un fuerte abrazo y ya vamos a estar en San Marcos...
. . . y en mi Hermandad siempre perdemos a los mejores, siempre Enrique.
Un abrazo
Me hubiera encantado haber vivido esa época con unos años más.
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