07 septiembre 2007

Corrales de vecinos


Tendría unos 11 ó 12 años cuando cayó en mis manos un libro del Profesor Morales Padrón sobre los corrales de vecinos de Sevilla. En aquellos momentos me encontraba sumido en una etapa en la que devoraba toda obra relativa a Sevilla, sus costumbres, sus personajes..., pero sin duda, aquella del escritor canario llamaría particularmente mi atención, tanto que no sólo me limité a leerlo, sino que me propuse investigar cuántos de esos patios vecinales quedaban en pie, ya que los textos y las imágenes que los ilustraban constituían una reedición de lo publicado por el mismo autor en la década de los setenta.
Bien pronto me di cuenta de que las cosas habían cambiado, y mucho, en los poco más de quince años transcurridos.
Los patios que aparecían medioderruidos en las fotografías habían sido demolidos y en su lugar se hallaban nuevos bloques de pisos, algunos de ellos buscando respetar la estética de lo que allí se levantó, bien remodelando lo que había o simplemente disponiendo las nuevas construcciones en torno a una agradable estancia central.
En otras ocasiones, aquella vida, quizás indigna de la España de finales del franquismo, pero alegre en su cotidianidad, había dado paso al más triste silencio sepulcral. Puertas entornadas, patios de verdina y jaramagos crecidos, gatos melancólicos sobre las barandillas y otros elementos propios del abandono, componían la estampa de aquellos ámbitos en los que, en contra de la voluntad de mi madre, me colaba para cotejarlos con los recuerdos de mis lecturas y mi visión de los testimonios gráficos.
Fue mucha Sevilla la que pateé e hice patear a los míos en sus ratos libres, tanta que terminé descubriendo muchos más corrales de los estudiados por Morales Padrón. Certifiqué que era en la zona de la Macarena y en Triana donde subsistía en mayor medida esta forma de vida, mientras en el centro y sus alrededores prácticamente había desaparecido.
En ocasiones, de forma sorpresiva, encontraba un corral que mantenía su existencia y gran parte de su estética. Muchas veces, ante mi curiosidad fácilmente apreciable, algún vecino me preguntaba si buscaba a alguien; era entonces cuando le contaba mi inquietud respecto a aquellos incomparables ejemplos de la arquitectura local, que en ocasiones habían pasado de conventos o casas palaciegas a encantadores patios de vecindad, en los que transcurrió la vida de buena parte de la sociedad sevillana del XX y que ahora parecían vivir sus últimas horas de vida. Os aseguro que tan sólo cinco minutos de conversación con aquellas gentes suponen una de las mejores lecciones posibles sobre ese ayer de la ciudad del que muchos somos auténticos enamorados.

19 comentarios:

Enrique Henares dijo...

Curioso, en el tema anterior 16 comentarios, qué mejor homenaje al chaval..

el aguaó dijo...

Magnífica entrada amigo Pregonero. La verdad es que esos patios que cubrían gran parte de intramuros de la Macarena y el arrabal han desaparecido, al igual que en Triana, aunque estos últimos gozan de una fama mejor consolidada.

Al recabar información sobre la historia de mi barrio, una de las mejores fuentes resultó ser la tercera edad. Muchos ancianos, ávidos por hablar y ser escuchados, contenían en su interior parte de la Historia. Es increíble como muchas de esas personas hacían memoria como si estuvieran visionando una película, y sonreían con los buenos recuerdos y negaban con la cabeza en los menos buenos.

Supongo que a ti te ocurrió algo parecido.

Un fuerte abrazo amigo.

Enrique Henares dijo...

Pues sí querido aguaó, son personas dignas de escuchar y en el caso de los habitantes de los corrales sabedores de que aquello ya no era lo que fue, pero que sin duda constituía una parte fundamental de la historia social de la ciudad.
Si del año 74 (primera edición de la obra) al 92 cambió la situación de estos edificios, hoy, salvo contadísimas excepciones, prácticamente han desaparecido.
Si sabéis de alguno no dudéis en ponerlo.

del porvenir dijo...

Yo siempre he escuchado en mi casa que los corrales se han mitificado mucho a raíz de que desaparecieran. La vida en los corrales de Triana era dura y penosa, al margen de "solidaridades vecinales", eran infrahumanos en muchos casos. Muy lejos de esos corrales idílicos de vecindad, toreo de salón en los patios y cante flamenco de qilates que algunos escritores y periodistas han querido dibujar a toro pasado.
Un saludo Enrique

Enrique Henares dijo...

Tienes mucha razón, amigo Vicente; precisamente esa es la línea del estudio de Morales Padrón. En esos años setenta la vida en los corrales era dura y penosa, si bien los más vijos del lugar aún recordaban los días de gloria de los mismos que, quizá no tan esplendorosos como lo describen esos viejos textos, parece ser que sí existieron muchos años atrás.

Reyes dijo...

Mi madre nació y vivió hasta los veinte años en un corral de vecinos de la "Calzá".
Si, había buena vecindad, y lo pasaban bien, pero frio y humedad, toda.
En una habitación dormían siete, incluidos sus padres, y había una letrina para todos los vecinos.
Ella siempre dice que nunca olvidará su barrio, la prueba está en su cofradía, San Benito, pero esa vida era horrible.

Anónimo dijo...

¡Qué interesante!, agradezco que contéis estas cosas de la intimidad de Sevilla, lo dice otra enamorada de esa ciudad. Lo dicho, gracias.

el aguaó dijo...

Sí es verdad que las condiciones eran realmente penosas, y lleva mucha razón el amigo Del Porvenir en lo de la mitificación de esos corrales, que con el tiempo, gozán de una popularidad incluso turística.

Un abrazo.

Caridad en el corazón dijo...

Gracias pregonero por tocar un tema que nos ha enamorado a más de uno.

Siempre me ha llamado mucho la atención los corrales; como tu bien explicas, por el entorno sociológico y una aquitectura popular que la comisión de patrimonio de cultura intenta conservar.
De chico paseaba por ellos en mi cuna de Triana y con mucha pena veía que iban demoliendose uno tras otros. Si bien hay corrales muy interesantes en Pagés del Corro, Castilla, alrededores de Santa Ana, Parras, Santiago, ... Para mí la ideosincracia de un corral está en la semejanza con un palio antiguo, las flores todo lo tapa. Era la esencia de un corral, su coquetería y la forma de engalonarlo de flores; hasta las abuelas (viejas en Triana) iban con su moño y su ramillete de jazmines. La vida en ellos era como una gran familia, donde los vecinos se ayudaban unos a otros.
Gracias a mi profesión,hoy en día sigo entrando en corrales más desconocidos en unos estados de conservación lamentables y gente que ha estado viviendo en unas condiciones infrahumanas. En uno de ellos en la calle Parras tenía hasta gallinero y sitio para un par de cochinos.

Recordar que de los corrales han salido personajes muy populares.

Anónimo dijo...

En primer lugar: maravillosa entrada.

El mundo de los corrales, (hablo de oidas), merece un estudio que creo que no se ha hecho. Es como si quisiesemos "borrar" esa etapa. Tuvo sus cosas malas, pero, como casi todo en la vida, aportó costumbres de las que algunos "coletazos" están en nuestra forma de vida.
Por último; en la calle Mosquera de Figueroa (Turruñuelo - Triana) hay un corral que sigue funcionando como tal: El Corral de Leopoldo. Digo que sigue funcionando como tal por lo que se ve desde la calle; no he entrado.

Fdo.- Orfila.

ANTONIO SIERRA ESCOBAR dijo...

Entre los años 1.964 y 1.972, transcurrieron mis días en uno de esos memorables corrales que tan hermosamente citas. Concretamente situado en el nº 9 de la calle Enladrillada. Solo decirte -con ojos llenos de nostalgia- que aquel luminoso patio condicionó no solo mi feliz infancia, sino el resto de mi vida, que de nuevo he vuelto a revivirla de la mano de tu exquisita pluma con profunda emoción. Saludos

Les Corts dijo...

Me ha encantado encontrarme con esta entrada. A mi también me entró una pequeña fiebre a raiz de caer el libro en mis manos y comencé un pequeño estudio de los corrales en mi tiempo libre.
Pero lo que más me ayudó fué un libro de un malagueño (cuando lo busque te diré el nombre y la editorial), que se publicó en Málago hará unos 30 años y que traía el censo de todos los corrales de Sevilla desde comienzos del siglo XX hasta mitad de los setenta. También se encuentran muchos datos en el Archivo Histórico Municipal (antiguos Juzgados).
Y coincido plenamente con el amigo Del Porvenir; mi mujer que vivió de pequeña en un corral de la calle Alfarería y mi suegro que vivió cincuenta años en corrales, nunca entendieron mi fascinación por esa forma de vida costumbrista. Él siempre me ha dicho que se mitificaron en demasía, que se magnificó lo poco que de bueno tuvieran y se obvió lo malo (que era casi todo).
Y verdaderamente se mitificaron. Yo, que como enamorado de Cádiz voy bastante por allí, conozco muchos corrales (corralones los llaman allí) y de verdad Enrique que la vida allí se hace en condiciones infrahumanas.

Un fuerte abrazo.

Lucía dijo...

Ese corral de la calle Enladrillada...
Cierro los ojos y creo que lo puedo ver, solo con las historias que me contaba mi abuela Rosa.
Gracias por esta entrada Kike, es genial.

el aguaó dijo...

"...y aunque último estuviera siempre te ven campeón..."

¡¡Viva er Beti manquepierda!!

Felicidades amigo mío. Se que no va con la entrada, pero hoy es el día de todos los béticos y quería felicitarte.

Perdona la intromisión.

Un fuerte abrazo.

Enrique Henares dijo...

Igualmente querido aguaó.
Muchas gracias a todos. Es un orgullo volver de Granada, donde he tenido que pasar un par de días con mi hermano, y comprobar el interés que ha suscitado la entrada y el magisterio habitual de vuestros comentarios.
Amigo Luis, qué alegría verte de nuevo por aquí. Espero impaciente los datos acerca de ese libro.
Un fuerte abrazo amigos.

currito dijo...

No me gusta este pregonero,ESTA SITUACION ES INSOSTENIBLE,Sevilla esta en deuda con el Maestro Araujo él y solo él junto con Florencio sería capaz de todo

Unknown dijo...

Señora Orfila, quiero comunicarle que el Corral de Leopoldo en el Turruñelo, sigue existiendo como casa de vecinos. Alli siguen viviendo dos tias mias, y en fiestas y fechas señaladas nos reunimos la familia. Espero que asi siga durante años.
Laura

Anónimo dijo...

Hola, yo también pase mis cinco primeros años de mi infancia en el patio de vecinos de la calle enladrillada numero 9, yo vivía en la primera planta del patio chico uno que había pasando el patio grande y las escaleras que subian hacia las demás plantas y la azotea.

Anónimo dijo...

Hola ojival, yo también me crie en el corrarl de la calle enladrillada 9, en la primera planta pasando los servicios del patio chico, al lado de remedios y pedro y después de araceli allí estuve viviendo hasta el año 1975 que nos mudamos a Felipe II, no se si habremos coincidido allí cuando pequeños pero me ha gustado saber que alguien mas recuerda aquel corral de mi infancia.