06 julio 2007

Crónica machadiana

Se cumplen en este 2007 cien años de la llegada del poeta sevillano Antonio Machado a Soria, la tierra castellana que le enamoró y que propiciaría su encumbramiento como uno de los principales autores europeos del siglo XX.
Pese a aquella idea de un Machado triste, melancólico y solitario, que me fueron trazando distintos profesores de literatura durante mi etapa colegial, siempre sentí especial predilección por este poeta nacido en el Palacio de las Dueñas.
En cierto modo creo que se ligó a mi vida de manera indisoluble a través de ese personaje suyo de don Guido (aquel al que cantó Serrat), magistralmente reconstruido en las novelas del maestro Burgos Las Cabañuelas de agosto y Las lágrimas de San Pedro, las cuales me hicieron disfrutar (especialmente la primera) de inolvidables tardes veraniegas entregado a la lectura. Aquel don Guido, idealizado por Burgos como señorito andaluz, criado en su palacio de la calle San Vicente, desde el que asiste a la decadencia de su clase social, fue una figura que me cautivó en los albores de mi adolescencia y que despertó mi inquietud literaria hacia el escritor que lo creó y también hacia el que lo adaptó a la trama novelesca.
En mis años del instituto -tras un tercero de BUP en el que dediqué gran parte de mi tiempo y mis afanes a la lectura de La Regenta, otro de mis libros capitales- conocí a través de la Literatura de COU mucho más de aquel Antonio Machado, padre de mi recordado don Guido. Junto a otros autores como Juan Ramón, Pío Baroja o Miguel Mihura, Machado fue uno de los culpables de que me matriculase en Derecho con muchas dudas acerca de si verdaderamente las leyes eran mi segunda opción tras la imposibilidad (a causa de la nota) de estudiar Periodismo. Pronto me di cuenta de que no.
En la facultad poco más he aprendido de Machado y de casi nada relativo a la literatura española. El actual plan de estudios de Filología Hispánica es demasiado penoso como para dar el sitio que se merecen a nuestras principales figuras.
Don Antonio siempre se sintió lejano a esa Andalucía que, en sus años de abatimiento tras la muerte de Leonor, reencontrará en Baeza. Allí el pasado año visité su aula en la universidad, donde parece que el tiempo se detuvo.
Pese a esta escasa identificación con nuestra tierra, siempre nos quedarán ese arranque de su Retrato: "mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla.." (curiosamente el poema que me tocó en suerte en selectividad); los dos últimos versos encontrados en su bolsillo: "estos días azules, este sol de la infancia", que parecen regresar desde Francia a una mañana primaveral de la collación de San Pedro; y como no, aquellos referidos a mi querido don Guido, "aquel trueno, vestido de nazareno"... de la Quinta Angustia.

18 comentarios:

el aguaó dijo...

Don Antonio Machado es especial. Me cautivó su forma de escribir en el colegio, cuando nos encargaron un trabajo sobre "Campos de Castilla". Evidentemente, cuando la profesora apareció con la idea de un trabajo reaccioné mal. Todo niño quiere jugar sin parar... ¿de qué sirve un trabajo de poesía?
Para tal menester, me compré sus obras completas, y comencé a leerlo obligado. Conforme pasó el tiempo me cautivó su forma de escribir. Cuando terminé el trabajo, seguí leyendo por mi cuenta.

Un fuerte abrazo amigo.

Anónimo dijo...

Es cierto, quién no le ha encantado todo lo referente a Machado; ese hombre que ya con una edad se enamoró de la niña de sus ojos, Leonor. Quién cuando el profesor de turno le explica al alumno que este hombre bonachón jamás suspendió a un alumno suyo calificaba con aprobado, aprobadillo... Quién no se emociona al saber que su joven y querida esposa falleció de tuberculosis.
Y quién cada año no rememora a Machado en semana santa con su "Saeta".

Anónimo dijo...

Gran poeta sin duda. Eso es obvio. Pero tiramos por lo políticamente correcto...y el hermano fue tan buen poeta como él. Y personalmente me gusta más su "saeta" que la del autor de "Campos de Castilla".
Y le tiraba mucho más la Semana Santa...
Pero tampoco quito ningún mérito a don Antonio por supuesto. Su poesía me gusta, pero me apena que no se hable tanto de su hermano Manuel. Posiblemente porque no se le da nunca a conocer.

Enrique Henares dijo...

Manuel también fue un gran poeta y además un sevillano mucho más al uso, más como nosotros...

Reyes dijo...

Serrat me abrió las puertas de Machado.
"Sobre la limpia arena, en el tartesio llano, por donde acaba España y sigue el mar..."
¿Hay una manera más hermosa de definir Sanlúcar?

bogar dijo...

Es cierto chiqui que para algunos,la unica forma de saber quien es Antonio Machado es acordarse de la marcha "Saeta".Pero si te paras a leer la poesia,precisamente el Cristo de los Gitanos no va clavado en la Cruz,pero bueno si vale para que haya un atisbo de recuerdo a Machado,me apunto a todo lo que sea rememorar a poetas andaluces,y en este caso sevillano.Saludos

Reyes dijo...

Si te pones a leer "La Saeta", precisamente mucha religiosidad no desprende, es toda una crítica.

Les Corts dijo...

Siempre tuve una relación de amor-odio con D. Antonio; de odio porque me volvían locos sus símbolos y estaba hasta las narices de que en cada comentario de texto me apareciese alguna que otra "fontana" que no había forma de averiguar su significado, también porque siendo un poeta excepcional, sus últimos poemas se deben demasiado a la causa (por ejemplo el soneto a Enrique Líster) y bajan notablemente su calidad literaria.
Pero al final, prevalece el amor por su obra, e incluso por su forma de ser (consecuente con sus ideas y sin hacer daño a nadie); además, sus poemas son la mejor herramienta para aprender métrica. Pero hay dos detalles especiales que siempre me han fascinado: uno, cómo bien dice nuestro pregonero, que al final de sus días sus últimos versos parecen retrotraerle a la calle Dueñas; otro, que siendo anticlerical, siempre anduvo buscando a Dios y queriendo encontrarlo.
Respecto a su hermano Manuel, desde hace unos años se está produciendo un importante movimiento de revisión y admiración por su obra.

Un fuerte abrazo.

PS: Disculpa la extensión querido Enrique, y a tu pregunta en el blog de Glauca, si, fuí muchos años a las órdenes de Andreu bajo el Señor de la Carretería. Era algo especial que me atrapó desde la primera chicotá allá por el 84 (aunque mi mujer dice que lo sacaba por el maravilloso, genial, único e inigualable bocata de filete de ternera empanado que nos daban al entrar).

Enrique Henares dijo...

Jajajaja!! Hermandad elegante hasta en los bocatas de los costaleros...
Gracias por tus siempre interesantísimas palabras.

Anónimo dijo...

Los hermanos Machados son dignos de admiracion , me alegra que se revise la obra de Manuel y que le de su justo lugar. En cuanto a Antonio es cierto lo que dice Calleferia sobre aprender métrica.
Aprendí mucho de él curiosamente en una lengua que no era la suya.

Les Corts dijo...

Por cierto, querido pregonero, en tu entrada, en la última linea haces una aseveración digna de estudio.
¿No te has preguntado nunca por qué todos, absolutamente todos, pensamos siempre en la Quinta Angustia cuando hablamos de Don Guido?.
Siempre me llamó la atención eso, aunque en el poema ni siquiera dice que fuera de morado (con lo cual también podría ser el Valle). No se, es algo curioso, ¿será por lo de los blasones?.

Un fuerte abrazo.

Enrique Henares dijo...

Yo particularmente lo identifico con esta hermandad porque en la novela de Burgos a la que hago referencia se le sitúa como nazareno de la misma. Mientras a su amigo Paco Fuentes, estudiante de notaría vecino de la calle Francos, lo hace hermano y nazareno de Pasión.
Pero la verdad es que sí, quizá sin haber leído Las Cabañuelas lo hubiese imaginado como hermano de la Quinta Angustia.

Les Corts dijo...

Efectivamente, quizàs yo también lo haga por la misma razón.
Es el típico libro que releo todos los años y en una tarde; y por supuesto todos nos identificamos con Paco Fuentes ¿no te ocurre eso?.
Un abrazo.

Enrique Henares dijo...

Pues sí, el típico niño sevillano que ha mamado desde muy pequeño las cosas de su ciudad y las ama profundamente.
Me fascinan de este libro sus primeros capítulos, cuando el grupo de amigos del colegio de los Jesuitas visita el mundo de don Guido, la subidas a las azoteas donde los chiquillos intentan identificar las torres que se ven desde ellas (algo que hemos hecho todos) y otra serie de curiosos retratos de la Sevilla de la época magistralmente trazados.

Anónimo dijo...

Machado ese poeta que vivía más el pasado que el presente, poeta casi ausente, pues sí Enrique "la saeta" quiere resaltar la fe que existe en su querida tierra de Andalucía pero que él no procesa; de ahí que prefiere el Dios desenclavado de la cruz, al Dios crucificado que espera resignado en ella.
Pero por lo menos recordado año tras año como dice Chiqui y Bogar.

El morfólogo dijo...

PARA CAPI:

LA FE SE PROTESTA O SE PROFESA; NUNCA SE PROCESA.

CONSTE QUE ES UNA CRÍTICA Y CORRECCIÓN CONSTRUCTIVA.

UN SALUDO.

MANUEL HENARES.

Anónimo dijo...

Gracias D. Manuel por su corrección,me traicionó mi ceceo.
F. CAPITAS

Anónimo dijo...

Señor morfólogo ¿por qué no corrige todas las faltas, pifias y mala sintaxis a todos los que escriben?