No sé por qué cada noche víspera de Domingo de Ramos, cuando entro en San Julián por la puerta de la casa de hermandad y me reencuentro con el paso personalísimo del crucificado de la Buena Muerte con la Magdalena a sus pies, siento ese cosquilleo en el estómago. No sé por qué ese instante, en que el ajetreo desbordado de los preparativos florales llena de vida el templo, es para mí quizás el más feliz del año, aquel en que se toca con las manos lo soñado, pero a la vez aún no se vive como para poder sentir la nostalgia primera de perderlo.
No sé por qué desde muy niño aquellos nazarenos azules despiertan en mí sentimientos muy especiales. Quizá sea el colorido de la cofradía, quizás esa composición perfecta del Señor en la Cruz contemplado por una mujer guapa y rota de dolor, quizá los sonidos eternos de Arahal, quizá la belleza castiza de la Virgen de la Hiniesta... No lo sé, pero me sigue llamando la atención que siempre sentí como mía propia esta hermandad de la que hasta hace poco apenas conocía algún hermano, que no se vincula al corte de las que siempre frecuenté, que no está especialmente cercana a mi casa...
Puede que el encanto de la Hiniesta radique en su sevillanía. La Hiniesta de salida por el Pumarejo, por la calle Feria o enmarcada entre las columnas de la Alameda es Domingo de Ramos en estado puro. Su paso de Cristo de regreso por Doña María Coronel, acariciado por el azahar de los naranjos y por la primera brisa de la noche primaveral, es estampa usual de la Semana Santa de nuestros días y cita ineludible para buenos cofrades en las postrimerías de la jornada de los sueños cumplidos.
Sí, hay mucha Sevilla en esta cofradía, como la hay en su barrio de espadañas y huertos conventuales, de cal en las fachadas, de casas derruidas, de modernos bloques de pisos viveros de sus niños nazarenos, de tabernas y pequeños talleres artesanos.
Nunca he sido hermano y quizá nunca lo seré porque no se rompa esa magia que siempre tuvimos entre nosotros. La Hiniesta es para mí ese amor imposible que disfrutas sólo con mirarlo, esa debilidad de todos conocida y muchos compartida, esa imagen grabada de un día o de una fecha concreta, ese símbolo de lo anhelado durante todo un año...
La Hiniesta es como un novillero que allá donde toree, por muy lejos que esté, se anuncia como "de Sevilla" y a Sevilla siempre regresa. Cuentan las crónicas que tiene una costumbre de siglos; cada Domingo de Ramos vuelve a debutar hecho Semana Santa, en la Puerta de Córdoba y vistiendo un traje azul y plata. Mientras siga teniendo salud jamás faltaré entre su público.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
19 comentarios:
Se echaba en falta un articulo a una de tus mayores debilidades cofrades. Creo que falta de fondo escuchar cristo de San Julian...jeje
Un abarzo y a volare!!
¡qué contento se va a poner uno de los habituales de tu rincón...!
La Hiniesta me encanta, sencillamente, me encanta, el Cristo por San Marcos a los sones del Arahal no tiene nombre.
Eso es Semana Santa, el Cristo andando, la Magadalena con esa mirada de amor y el Arahal detrás.
La verdad es que yo también siento algo especial con la Hiniesta. Dejando a un lado mi cita con Ella en Doña María Coronel, es curioso que se haya convertido para mí en la primera señal de la Semana Santa, en lo primero que veo. Os explíco. Cuando el autobús me acerca al centro de la ciudad, desde que era pequeño, los primeros nazarenos que veía (y con un poco de suerte al Santísimo Cristo de la Buena Muerte) eran los de la Hiniesta. Sin embargo, siempre era de pasada, para reunirme más tarde en mejores condiciones.
Un abrazo.
P.D. Lleva razón nuestra querida Dama. Le vas a dar una alegría a uno que yo me sé.
..solo puede añadir AMEN a tus azules palabras, porque me faltan para describir lo que siento al ver el sueño hecho realidad de esta sevillanísima cofradía. Primera salida que retrataron mis ojos de niño y en las que cada año me miro en la cita ineludible de su paso por el Pumarejo.
¡Quién la viera por la callle!
Querido Enrique:
¿Que puedo decirte amigo?. Simplemente gracias, muchas gracias.
Un amigo ya fallecido, hermano del Calvario, me decía una cosa muy curiosa que siempre me llamó la atención, pero que al ver tu emocionante comentario me ha venido a la memoria. El decia que la Hiniesta de ida era una cofradía de Sevilla, pero que una vez que entraba en Doña María Coronel, dejaba de serlo para convertirse en una cofradía de los sevillanos.
Una vez más muchas gracias a tí y a todos los que haceis que me emocione cuando hablais de San Julián.
Un fuerte abrazo.
Increíble impresión y reflexión sobre lo vivido en San Julián. Pido y ruego (a quien sea y a todas las instancias cofrades) que don Enrique Henares Núñez sea en un futuro próximo: pregonero de sevilla como auténtico testigo cristiano y cofrade que este gran amigo. Gracias por tu sinceridad y por las palabras otorgadas a todos los que te leemos desde la expericiencia y la ternura. Un abrazo.
Gracias por tus palabras y un fuerte abrazo amigo.
Aunque no soy muy proclive a estas cosas, un día de estos me voy a ver obligado a hacer una quedada. Si todos mis lectores son gente tan competente como el amigo calleferia, a quien he conocido hace poco, a buen seguro que echaremos un rato de los buenos.
Muy hermoso lo escrito Enrique, yo sólo decirte que casi toda mi familia es del barrio de San Julián, y tenemos con La Hiniesta algo especial, se me ha puesto un nudo en la garganta al ver tu comentario, hermoso y con sentimiento.
Mi otra debilidad el domingo es La Estrella.
Un abrazo.
Ole, artista!
Un abrazo
Yo solo voy a decir: ole, ole y olé!
Aunque siempre espero con impaciencia tu próxima entrada al blog, la verdad es que no me importaría que dejaras de escribir y que cada vez que alguien busque al pregonero aparezcan las palabras "De azul y plata".
Un abrazo.
A este ritmo se podría llamar el Blog: Costalero de Sevilla?? jejejeje
Lo digo por proponer algo nuevo..jaja
un abrazo
Pregonero una vez mas tocas nuestro corazón; te felicito por saber expresar con tanto énfasis lo que todos sentimos; enhorabuena.
Siento especial predilección por la hermandad de la Hiniesta ya que muchos años ha sido la mas cercana a mi casa. Mi hermana, primas y la mayoría de mis vecinos y amigos forman parte del cortejo procesional.
Para mi simboliza la única hermandad que veo el Domingo de Ramos, pues justo después de la revirá del paso del Cristo de la Buena Muerte a los sones de Alma de Dios en la esquina de Puerta de Córdoba he de emprender mi camino de ilusiones hacia mi capilla de la calle San Jacinto para acompañar a mi Virgen de la Estrella, tal como vengo haciendo desde que tenía siete meses.
Para mi mujer el palio de la Hiniesta junto con el de la Paz son sus dos preferidos de la Semana Santa por su colorido y efusividad.
Enhorabuena a todos los hermanos de la Hiniesta por emocionarnos a mi y a tí mi qerido amigo pregonero.
Muchas gracias a todos. Esta semana os dejo disfrutar un tiempo más del azul y plata que ya se presiente por las esquinas de San Julián. A comienzos de la que viene, quizás la más hermosa del año, volveré a escribir y obviamente a la otra este rincón de pregonero estará cerrado, pero a la vez más abierto que nunca para nuevos artículos.
El morfólogo:
Mi querido "Curro", primer sobrino y ahijado:
Sigues escribiendo de maravilla , aunque como comprenderás el morfólogo algo tiene que corregirte sin, por supuesto, decirlo aquí.
El Domingo de Ramos es un día tan especial que casi nada sobra; pero La Paz por unos motivos, la Amargura por tantos y la Hiniesta porque es la de "barrio" más sevillana de ese día, son mis preferidas. El Amor, punto y aparte.
Continúa así; si es posible, que lo es porque eres capaz, a mejor.
De preadolescente me iba al parque y de allí a San Julián. Con tu prima Paula la he visto salir después, y sobre todo en la esquina de Fray Diego de Cádiz con Macarena buscando Pumarejo y Relator. Como bien describes, qué maravilla por Dª María Coronel, quizá la calle más bonita de esta ciudad. Sin Giralda al fondo, sin Catedral..., pero con la torre de San Pedro, con Sta. Inés y con los naranjos que espero no tale ni este ni ningún otro alcalde de esta ciudad.
Un fuerte abrazo de quien tu sabes te quiere infinito.
Cuando me refería a esa debilidad por muchos compartida hacia la cofradía de San Julián, sin lugar a dudas tú eras uno de ellos.
Muchas gracias por tu comentario (por fin llegó) y espero esas correcciones.
Por casualidad he encontrado hoy este blog, y esta entrada y me ha encantado. No soy hermano, soy de un pueblo, y desde hace algunos años no puedo verla por otros compromisos cofrades. Pero en esa Magdalena arrodillada debemos estar todos los que lloramos , a nuestra manera, la muerte de Cristo y pedimos perdón por nuestros pecados. Alguién me dijo una vez que que era para mí lo rancio, en el buen sentido de la palabra, en la Semana Santa de Sevilla. Contesté: Hay algo más rancio que Arahal tras el Cristo de la Buena Muerte de San Julián? Gracias.
Solo comentarte que has plasmado un bonito sentimiento hacia la hermandad de San Julian y que si muchos de los que forman y dirigen la hermandad tuvieran la mitad de ese sentimiento otro gallo cantaria en el seno de la misma y no hubiese habido comentarios rocambolescos post Semana Santa en 2007.
Muchas gracias y ojala el Cristo de la Buena Muerte te de salud para seguir viviendo esos momentos muchos años.
Publicar un comentario