13 julio 2011

Donde paro en Sevilla


Dado lo mucho que ha gustado, a quienes lo han leído, este conjunto de breves comentarios sobre los bares sevillanos que más frecuento, lo convierto también en entrada ordinaria. Con esto, aprovecho para darle algo de vida al blog, que anda, como casi todos sus hermanos, en una de esas etapas poco activa.
Como ya comenté a mis seguidores twitteros, la idea es ir sumando nuevas barras y restaurantes de mi agrado. No serán solo establecimientos de Sevilla, sino también de otros lugares que visito con relativa asiduidad y en los que, cómo no, también mantengo mis devociones culinarias. Podrán encontrarlos, más pronto que tarde, en la pestaña superior derecha donde está incluido, desde hace un par de días, este mismo texto.
A modo de ilustración, he escogido esta fotografía "rinconcillera" de mi tío Juan. Me resultó propicia a estas calores estivales por el frescor que desprende la imagen de la copa que sirve Fernando.

Estos son mis imprescindibles:

Vizcaíno: En plena calle Feria, esta vieja taberna, paredaña a la capilla de Montesión, tira la que para mí es, sin lugar a dudas, la mejor cerveza de Sevilla. Forma parte del atemporal costumbrismo de la plaza de los Carros, el lugar perfecto para comenzar un mediodía o una larga noche entre amigos. Nunca debería perderse.

Casa Mateo: Sita en la calle Palacios Malaver. Siento debilidad por su Valdepeñas, siempre a una temperatura perfecta. Entre sus tapas, destaca el excelente bacalao rebozado, la especialidad de la casa; su montadito de atún con mayonesa y sus tortillas. No hay nada preparado, todo lo hacen en el instante el bueno de Mateo y su hijo, sordomudos de nacimiento y ejemplos de superación.

El Rinconcillo: Desde 1670 a la sombra de la iglesia de Santa Catalina, por si hay alguien en este mundo que aún no lo conoce. En él me siento como en casa; y es que gente como Carlos y Javier (sus propietarios) o empleados como Fernando me han visto crecer ante su barra. Todo está bueno aquí, desde el pavía a las espinacas, pasando por el arroz, los guisos del día o su inigualable tortilla de jamón. El restaurante de arriba también es de nota.

Becerrita: En la calle Recaredo, muy cerca de donde Enrique Becerra padre abrió el primer negocio familiar, se ubica este restaurante -también es bar de tapas y muy bueno- que pasa por ser el más valorado de la ciudad. No es barato, pero sí agradable, exquisito en el trato y con una carta, basada en la cocina local y regional, inmejorable de principio a fin. El lugar ideal para darse un homenaje.

La Goleta: Esta pequeña y popular tabernita de la calle Mateos Gago, propiedad de mi buen amigo Álvaro Peregil, sigue siendo un lugar magnífico para tomarse un botellín helado con unos montaditos excelentes, entre los que me gusta especialmente el de carne mechá. Puede parecer incómoda, pero lo compensa su personalidad, encanto y la gracia sevillana que desprende su dueño.

La Reja: En un rincón de Sierpes, cerca de la Campana, parece estar sacada de otros tiempos, aquellos a los que retrotrae su estética y la de sus camareros. Distinta a todos los bares y cafeterías del centro, conoció la ciudad sin noche, la de los teatros y a muchos de sus parroquianos actuales con varios años menos. Su carta de tapas es breve y ajena a innovaciones, pero cualquiera que se pidan es recomendable.

Donald: Situado en la calle Canalejas, es otro clásico sevillano. Me gustan sus tapas frías, en especial la ensaladilla y el brazo sanluqueño; y también su mero empanado. En sus paredes abundan las fotografías taurinas; esto y la cercanía con el hotel Colón lo convierten durante la Feria en lugar de reencuentro y de tertulias tras las tardes de toros. En esos días de fiesta, no me busquen en el real, háganlo mejor aquí.

Santa Marta: Junto al pasaje Los Azahares, en pleno corazón de la ciudad, se sitúa este populoso bar donde es posible almorzar con solo un par de tapas. Su tortilla, continuamente agotada y repuesta, es difícilmente superable, sobre todo si la piden con mayonesa. La tapa del día suele alcanzar unas dimensiones más que respetables, sin llegar a las de su conocido flamenquín. No concibo una tarde de compras por el centro que no concluya allí.

Bodega San Lorenzo: Muy cerca de la plaza donde vive el Señor, como recordara un pregonero, encontramos este establecimiento centenario. A él acudo por cuestiones genéticas: mi abuelo era un habitual cuando la conocida en el barrio como “la bodega”, a secas, era aún más pura. Me gusta su tinto frío con sifón, su original aliño de atún y melva con tomate frito y su montadito de jamón.

Casa Manolo: Este de la calle San Jorge es, sin lugar a dudas, uno de mis rincones favoritos de Triana. Con frecuencia, cruzar el puente es símbolo de una visita a Manolo. Entre sus tapas, desde muy niño siento debilidad por su huevo bechamel. Sentado a la mesa, y pese a su carta inagotable, caben pocas elecciones mejores que la de sopa de picadillo y milanesa de cerdo. Comer tan bien y a tan buen precio como aquí no es fácil.

Bodega San Benito: En el tramo de la Buhaira más cercano a Luis Montoto, se sitúa este establecimiento al que Manolo Arias, su propietario y el de otros dos negocios cercanos, ha dotado de un aire diferente al del resto de bares de la zona. La chacina, en sus múltiples variedades, es la estrella de esta barra de la Calzá. Para regarla, cuenta con una interesante oferta de vinos, de diversa procedencia y a precios muy competitivos.

Hermanos G.Hijón: A la vera de donde se alzara la Puerta de Córdoba, en plena Ronda de Capuchinos, encontramos este bar-cafetería, propicio para salvar un mediodía de obligado almuerzo fuera de casa. A su carta fija de tapas y platos -donde mandan en mis predilecciones el pavía y el mantecaíto de solomillo- suman otra del día, en la que no suelen faltar la correcta paella o unas excelentes espinacas. Tienen incluso postres.

8 comentarios:

Romani dijo...

La foto nada más me arranca un ole del alma; la lectura de la entrada, otro. Excelente retrato tasquero-gastronómico de la ciudad, querido Enrique.

Bares, qué lugares. Me encantará leer nuevas reseñas de templos semejantes. Me ofrezco a visitarlos contigo para que te inspires... ;)

Un beso.

Miguel dijo...

La selección es de gran categoría, como díría Juan Manzorro.

Enrique Barrero dijo...

No puede decirse, desde luego, que pare en malos establecimientos.

La gata Roma dijo...

Yo creí que esto era una entrada de esas de la cabecera que no se comentaban…
Es que sería arduo trabajo detenerse en cada templo, mejor resumo diciendo que como imaginarás comparto la gran mayoría de los rincones que pones, puede que le añadiera alguno pero vamos, todo es cuestión de hacer entregas…

Que ustedes lo pasen bien…

Enrique Henares dijo...

Romani, ofrecimiento aceptado, aunque gran parte de los que se irán añadiendo ya los hemos visitado juntos, aquí y allá.

Miguel y Espinelete, me alegro de que compartamos gustos "tabernarios".

Gata, precisamente por eso la he colgado también como entrada ordinaria; para que aparte de retratarme un poco en la cabecera, pueda también comentarse. Seguro que en los futuros añadidos también coincidimos.

Antonio dijo...

Gran Reserva, sin duda.

Todos tenemos alguna que poner y otras menos frecuentadas.

Antonio

Anónimo dijo...

Las niñas de isla canela dicen que el pescaito de la barriada de punta del moral es el mejor de la tasca el pescao

Anónimo dijo...

Quique me has puesto con esta entrada la boca hecha agua.
En El Rinconcillo celebramos hace ya algunos años las Bodas de Oro de nuestra salida del Colegio, en el mismo lugar celebré el bautizo de una mis nietas, y tanto una celebración como la otra resultó inolvidable, pues no se puede olvidar esos pavias de bacalao, como los que hacian en la calle Conde de Torrejón, ese arroz con chorizo, en fin paro ya porque voy "arriar" mi casa pues la boca es una pura fuente.
Saludos.