03 diciembre 2007

Encuentro infantil con la Sevilla oculta


Desde muy niño, uno de mis mayores pasatiempos consistía en bichear la biblioteca de mi casa. En ella llamaban mi atención sobre todos los demás los libros de temática sevillana que, junto a los taurinos, eran sin duda mayoría. Me atraían principalmente aquellos grandes volúmenes que habitaban acomodados en uno de los mayores y más altos espacios del mueble del salón. Entre estos destacaba uno dedicado a las clausuras conventuales de nuestra ciudad: Sevilla Oculta, prologado por Morales Padrón, con textos de los profesores Morales y Valdivieso y fotografías del genial Luis Arenas y sus hijos.
Quede claro que era demasiado pequeño para entender una sola letra de lo que allí se decía, pero sin embargo las muchas imágenes que lo ilustraban sí que conseguían despertar mi interés. Me costaba creer que, justo detrás de aquellos muros tan cercanos a mi vida cotidiana, se alzaban imponentes esos patios exquisitamente cuidados, aquellos frescos huertos, o esas bellas estancias tan sólo paseadas por un muy limitado número de mujeres anónimas que, por habitar aquel remanso de paz casi paradisiaco, pagaban el alto precio de conocer bien poco de nuestro mundo externo. Recuerdo cómo me impactaban aquellas fotos e incluso me apenaba asumir que jamás, por muchos años que viviese, conocería aquella Sevilla oculta tras las tapias conventuales.
Poco a poco fui asumiendo que aquel hecho formaba parte de la más pura lógica; cada persona se mantiene ubicada en su espacio y sus circunstancias. Fue entonces cuando un mediodía, al subir a la azotea de mi colegio, descubrí por sorpresa el claustro mayor de Santa Inés. Me parecía imposible que la explosión de luz tantas veces vista en las fotografías estuviese ahí, directamente tras el muro blanco con el que me topaba por dos veces, tras salir de clase a la una y a las cinco. Por un instante, ajeno a los juegos de mis compañeros, contemplaba a tan sólo unos metros esa otra vida donde el trinar de los pajaritos, el sonido de las cercanas campanas de San Pedro y el griterío infantil de cada tarde debían de percibirse de una forma bien distinta, por no calificarla directamente de mucho más hermosa...
Desde entonces Santa Inés me pareció un convento diferente al resto de los del libro. Supe poco después que era aquel en cuyo coro bajo de su iglesia (una joya con obras de Mesa y Ocampo) descansa la figura imponente de su fundadora, el amor imposible del rey cruel. Aquel en el que sigue sonando cada Nochebuena un órgano, tocado magistralmente por un tal Maese Pérez, escapado de la pluma de Bécquer para vivir por siempre en la calle San Felipe, hacerse nazareno de los Caballos y devoto del tinto del Rinconcillo...
Fue ese encuentro sorpresivo, y a estas alturas de mi vida muy lejano, con el claustro mayor de Santa Inés, el culpable de que en días como ayer, cuando me adentro en su compás, el del encantador torno de los bollitos, sienta la satisfacción de que, por mucho que quieran transformar Sevilla, hay rincones que siempre permanecerán inalterables.

20 comentarios:

Lucía dijo...

En casa tenemos dos Sevilla Eterna(pa no pelearnos). Y de pequeños, recuerdo como mi padre nos enseñaba esas mismas fotos de las que tú hablas.

Enrique Henares dijo...

Qué rancia es usted..., jaja!!
Como "seño" de San Francisco que es le recomiendo que suba a la azotea una mañana y disfrute de esa vista.

el aguaó dijo...

Increíble amigo Pregonero. Has conseguido ponerme los vellos de punta y la piel encogida en diminutos circulitos abultados, similar a la de las gallinas.

En una ocasión, nuestra querida amiga Reyes, te dijo que te vería un día ante el atril de la Maestranza... y es que no puede ser de otra forma.

Sublime el último tramo de tu texto. Muchas gracias amigo Pregonero.

Un fuerte abrazo.

Híspalis dijo...

Y tanto que nos gustaría verte en el atril de la Maestranza... ya me lo imagino: describiendo cada rincón de Sevilla, cada barrio, cada convento... como bien dice nuestro querido amigo el aguaó "los pelos de punta". Gracias por mantener de la forma que lo haces las grandezas de Sevilla.

Caridad en el corazón dijo...

Quiero apuntar un dato más; si podeís, no dejeís nunca de entrar en las iglesias de los conventos durante el triduo de exposición de Su Divina Magestad. Son altares de una magestuosidad impresionante. Entre los de mis preferidos,esta el del convento de Santa Inés.

Igualmente, comprad una magnífica bolsa de madalenas alargadas cada semana o de bollitos, estos por muchos que te tomes no engordan.

bogar dijo...

Nunca olvidare el cariño que mi padre le tenia al Cossio,tu que te va el tema taurino sabes de que te hablo.Yo casi a diario voy a la Capilla del Consejo donde está el Santisimo expuesto y la paz y la tranquilidad es maravillosa.Sigue asi Enrique y me veo a tu madre friendo el"pescao" frito "pa" lo del pregon.Saludos

Enrique Henares dijo...

Muchos gracias a todos, amigos, pero estoy convencido (y aún más deseoso) de que el Pregón de la Semana Santa llamará dentro de poco tiempo a la puerta de mi casa, y por supuesto no vendrá a buscarme a mí...

Maru Serrano dijo...

Y yo que lo vea pregonero. Bonitos recuerdos que te marcas. Un saludo y visítame más a menudo que me olvidas muy pronto.

Anónimo dijo...

Cuanta pasión por nuestra amada ciudad en la parte final de tu texto Pregonero, me has conmovido amigo.

vicenteeldelasalmendras dijo...

¿Créeis que esa pasión por nuestra ciudad la tienen los botarates que hoy nos gobiernan? ¿Terminarán de cargársela?

Pienso que todos debemos arrimar el hombro y seguir aireando nuestras costumbres,los lugares que nos enseñaron nuestros padres de pequeñitos, nuestros conventos perdidos... puede ser la única manera de conservarlos porque si es por éstos vamos aviaos.

Reyes dijo...

Los mejores recuerdos de la Sevilla íntima me los dejó mi abuelo, y nunca se olvidan, ahora lo hago con mi niño.
Y no dudes que iras al Maestranza, yo fui la primera que te lo aseguró.

Anónimo dijo...

Hola pregonero. Hola a todos.
LLevo leyendote y aprendiendo de tus vivencias dos años aprox. Te propongo que seas el cicerone de todos los que como yo, amamos a Sevilla, pero por vivir fuera de su casco antiguo no conocemos muchas de las tradiciones que nos cuentas.

Es decir, dí sitios que debemos visitar, fechas, eventos, etc, para que nosotros a la vez podamos enseñar a nuestros hijos y amigos y de esta manera no se pierdan en el tiempo.

Un fuerte abrazo a todos.

Finidiblanco dijo...

Precioso, y eso de hacerse nazareno de Los Caballos, ya sabes, me llega especialmente

Enrique Henares dijo...

Eso precisamente es lo que intento, amigo novicio.
Un placer contar con tu lectura.

Enrique Henares dijo...

Dime que no es una cofradía clásica para que saliera en ella de nazareno Maese Pérez...;)

Un abrazo.

el aguaó dijo...

Maese Pérez saldría en Los Caballos el Jueves Santo y en la Sagrada Mortaja el Viernes Santo. Al menos yo me lo imagino así...

Un abrazo.

MAPP dijo...

Compadre, el tío de la cachimba te llama, ahora, precisamente, que el solsticio de invierno se aproxima vertiginosamente... ¿Habrá un articulo dedicado a dicho menester, no?.

Un abrazo y felicidades.

Porveni dijo...

Yo también he podido disfrutar de esa vista del convento de Santa Inés, y desde luego da una sensación de tranquilidad y paz, de que no pasa el tiempo, pero a la vez de abandono e incluso un poco de temor...

Enrique Henares dijo...

Algo haremos can, algo haremos...

Raúl Ramírez dijo...

Precioso texto. He tenido la suerte de visitar varias clausuras. La del Espiritu Santo cuando Monte-Sión radico en dicho convento por obras en su capilla, o más recientemente el de Nuestra Señora del Socorro en la calle Bustos Tavera... y más que bellas Iglesias, más que bellos claustros... la grandeza de estos lugares radica en las personas que lo habitan...