22 noviembre 2010

Allá en San Juan de la Palma...

De niño me enseñaron que es diferente al resto. Cada nuevo noviembre vuelvo a recordarlo y a sentirlo. Los versos de mi saeta apenas logran encerrar un atisbo de lo que transmite su mirada:

La tarde oscurece el alma,
el dolor se hace ternura,
y rompe a llorar en calma
la Virgen de la Amargura,
allá en San Juan de la Palma.

17 noviembre 2010

La Sevilla de Morales Padrón


Quienes sean lectores de este blog desde sus inicios, o hayan seguido, a lo largo de casi tres años, las “Curiosidades de Sevilla” que he venido publicando en las páginas de Casco Antiguo, habrán advertido en numerosas ocasiones mi profunda “devoción” por distintos libros y estudios de don Francisco Morales Padrón, fallecido en la madrugada del pasado lunes 15 de noviembre, curiosamente en la misma fecha en que lo hiciera, 41 años antes, otro enamorado de la ciudad, Joaquín Romero Murube. Grancanario de nacimiento, sevillano de adopción, y también de corazón, consagró su vida laboral a la docencia y la investigación americanista en la facultad de Letras de la Hispalense, en la que ocupó cátedra durante 54 años.
Doctores tiene la universidad para loar y reconocer los incontables méritos profesionales del profesor Morales. A título particular, yo le tributo estas sencillas líneas en agradecimiento por tantos buenos ratos que me hicieron pasar las lecturas de algunas páginas de sus libros, descubiertos entre los numerosos de la biblioteca paterna que luce en mi salón. En ella hallé desde un concienzudo análisis de La Ciudad del Quinientos a su más reciente Guía sentimental de Sevilla, sin olvidar Visión de Sevilla, aquel libro que contiene un delicioso recorrido, mitad relato histórico-mitad reportaje periodístico, por el olvidado barrio de San Bartolomé. Ya en mi propia biblioteca, guardo un estudio sobre Los Corrales de Vecinos de Sevilla que, como he escrito en alguna ocasión, me marcó de tal forma que llegó a convertirme, quizás, en el más joven investigador de esta temática que haya existido. También Varias Sevilla, una publicación del Ayuntamiento que recopila algunos de sus artículos y conferencias, entre estas últimas la que lleva por título “El barrio de San Vicente y sus habitantes: 1875”, dictada en septiembre de 1975, dentro de los actos conmemorativos del I Centenario de nuestra común Hermandad de las Penas de San Vicente.
Sin embargo, y pese a todo lo destacado anteriormente, puede que sus más hermosos escritos sevillanos se encuentren en ese otro volumen, editado por la colección de bolsillo de la Universidad que, bajo el título de Sevilla insólita, a muchos, tal y como escribía ayer su compañero de Academia Antonio Burgos, “nos redescubrió nuestra ciudad con ojos apasionados”. Así, permanecerán por siempre en nuestra memoria lectora, capítulos como los dedicados a la Santa Escuela de Cristo; al remanso de paz de las clausuras sevillanas, que visitó junto a los profesores Valdivieso y Morales, como prologuista que sería de la Sevilla oculta de estos; o ese otro en el que nos descubre un santo para cada día de la semana, recorriendo los templos sevillanos en los que se hallan y describiendo con minuciosidad cada detalle del entorno que observa. No faltan en estas páginas referencias –fundamentalmente en el capítulo “Traslados y esperas”- a una Semana Santa de la que Morales Padrón fue pregonero en 1986. Ni que decir tiene que al siempre complejo mundo de las cofradías no le gustó su alocución, ya que, en la elaboración de su texto, decidió permanecer fiel a ese estilo literario que a muchos de sus lectores habituales nos cautiva profundamente y que no caza precisamente con lo que los cofrades gustan escuchar desde el atril.
Hará unos cinco años, junto a mi primo Juan, tuve el placer de conocerle personalmente en el departamento de Historia de América de nuestra Universidad. Nos lo presentó, con grandes alabanzas hacia su trayectoria, el profesor Mora Mérida, con el que nos entrevistábamos en aquellos instantes con la finalidad de superar unos créditos de libre configuración. Ni él, ni el bueno de don Francisco imaginaron, a buen seguro, la gran satisfacción que me produjo aquel encuentro casual.

06 noviembre 2010

Pregonero ya tiene nombre

Hace tiempo que tenía ganas de hacerlo. Nunca me gustó aquello de ocultarme bajo un nick, pero hace ya más de siete años que creé el de pregonero_de_sevilla para participar en aquel histórico foro El Nazareno. Eran los tiempos en que Internet –y si me apuran el mundo de las cofradías- no estaban tan envenenados como ahora. Un buen grupo de jóvenes opinábamos, discutíamos –a veces acaloradamente, pero siempre sin faltarnos el respeto- sobre asuntos relativos a nuestra Semana Santa. Nuestra presencia habitual en El Nazareno y otros foros hizo que pronto nos conociéramos personalmente, en muchos casos, como el mío, sin necesidad de acudir a quedadas ni citas semejantes, al contrario, por pura casualidad. Istar, Villarrica, Jarana, Kiski, Zanki, Moraodetúnica, y otros muchos más que quizá ni siquiera imagine, pasaron de ser un nick y un avatar a queridos amigos con los que compartir una agradable copa charlando de lo que más nos gusta. El anonimato estaba más que perdido. A diferencia de aquellos que con su comportamiento se cargaban los foros, no sólo no nos importaba, sino que nos agradaba que así fuese.
Después nacieron los blogs y en agosto de 2006 decidí abrir el mío. No cabía duda de que habría de utilizar mi nick habitual, por lo que el título no podía ser otro que El Blog de Pregonero. Casi desde primera hora incluí mi nombre en la cabecera, empezaba a no soportar eso de ser sólo un nick que, para colmo, no me convencía del todo y me resultaba petulante e inapropiado. En mi vida sólo he pronunciado un pregón, tenía once años y lo organizó mi tío Manuel en el despacho de mi padre, tras tanto escucharme declamar mis inocentes versos cofradieros los fines de semana en casa de la abuela. Aquello me colgó el sambenito entre la familia y los amigos y de ahí nace el apodo de “pregonero”, al que yo añadiría “de Sevilla”, queriendo huir –creo que sin lograrlo del todo- del aire presuntuoso que tanto temía transmitir. He de confesar públicamente que no me han faltado propuestas posteriores para pregonar, una de ellas insistente año tras año. Ni que decir tiene que tan sólo los más íntimos las conocen. Sorprendido en ocasiones, las agradecí siempre antes de declinar la amable invitación. Sinceramente, además de que me falta tiempo y me sobran prioridades ajenas a todo este mundillo, no me siento capaz de cantar aquello que no siento o no he vivido in situ. Admiro a quienes lo logran sin apenas esfuerzo, pero yo les aseguro que no soy capaz. Ojo, tampoco quiero incurrir en un hipotético futuro en eso tan cofrade del “donde dije digo, digo Diego”. Al margen de los grandes y casi ineludibles, hay pregones que por su personalidad, o simplemente, por su vinculación a debilidades personales, son un dulce caramelo para cualquiera que se crea, siquiera, con una mínima capacitación escritora. Aún así, expuesto todo lo anterior, ¿qué pintaba yo con ese nick?
Cuando el blog contaba más de dos años y un gran número de visitantes asiduos –muchos más que ahora, supongo, dada mi dejadez en la actualización- nombran a mi padre pregonero. Con la famosa entrada que vio la luz en varios medios, pese a que en su título expresaba precisamente lo contrario, muchos descubrieron el blog y algunos otros que el editor no era quien pensaban sino su hijo. Por haber, hubo hasta algún despistado que se le pasó por la cabeza que el elegido era el muchacho que escribía esos artículos sevillanos. Aquello era el remate, ya no era sólo pregonero_de_sevilla, sino también el hijo mayor del Pregonero de Sevilla. A ver quién era el guapo después de aquello que rebautizaba el blog y el nick sin que surgieran confusiones que diesen lugar a la polémica, tristemente habitual en los últimos tiempos en torno a quienes suben al atril del Maestranza. Se dio el caso, puntualmente eso sí, de que una crítica a “el Jorge Javier Vázquez de las cofradías” inserta en un artículo de opinión, publicado aquí mismo la pasada Cuaresma, fuese atribuida a mi padre en vez de a mí. Guasa –de la mala- sevillana en estado puro.
Pero el tiempo continúa transcurriendo y, Dios mediante, lo seguirá haciendo. Estoy a escasos días de cumplir treinta años y he decidido, por fin, firmar lo poco o mucho que escriba en este rincón con mi nombre y mi apellido, como hago en el periódico en el que colaboro y en cualquier otro medio que publique un texto redactado por mí. Para aclarar dudas, seguirá constando en el perfil el Núñez materno y también mi foto apurando una copa de Canasta en Carmona; incluso he incorporado algunos datos sobre mi persona para que quien aterrice por aquí me conozca más a fondo. Fuera caretas. Bienvenidos a El Blog de Enrique Henares, pregonero_de_sevilla ya es historia.