02 octubre 2010

Hasta siempre, Rafael

El niño que, en brazos de su abuelo, posa en esta fotografía de viejo sabor cofradiero ante el Nazareno de la calle Castilla, un día creció y se hizo su capataz.
Hoy lloran su marcha muchos buenos amigos suyos, entre ellos mi padre y varios que también lo son míos. Ellos le trataron con frecuencia y al menos en alguna ocasión trabajaron a sus órdenes. Yo apenas estreché su mano en un par de ocasiones, pero estas, unidas a varias coincidencias recientes a las plantas de nuestra Patrona, bastaron para darme cuenta de su bonhomía y extraordinario señorío.
Hasta siempre, Rafael, descansa en paz. Cuida de este mundillo que tanto amaste desde los altos cielos de Triana.