13 enero 2010

Decálogo de una escapada navideña a Madrid (a modo de coda al de la Gata)


1: Me reafirmo en que el Ave es un gran invento, no sólo por la corta duración del trayecto sino por lo entretenido que se hace éste escuchando a los cuentistas que dan parte a voz en grito de su vida a quien les ha llamado, ya sea para contarles el motivo de su viaje o para informarles –con grandes circunloquios y aspavientos- de que se están cagando patasabajo con tanta comida navideña.
2: Ya era hora de visitar Madrid para algo que no fuese ver toros, finales de Copa en verdiblanco –con o sin título al regreso- o simplemente pasear para hacer tiempo entre vuelo y vuelo. Nunca más me perderé por el centro de la capital. Tal y como comencé a comprobar en mis últimas visitas está todo mucho más cerca de lo que te imaginas o te dicen.
3: No intenten reservar mesa para comer en Lucio o en su restaurante hermano –el Viejo Madrid- en Navidad. ¿Creen que han llamado pronto? Pues no, está todo completo desde el día que llamas hasta el que te vas de vuelta a casa. No pasa nada, más pronto que tarde cumpliré mi sueño de cenar en Lhardy. De momento he descubierto el Mercado de San Miguel, que no está nada mal.
4: He visitado en el barrio de las Letras la Casa de Lope de Vega y no muy lejos de la Plaza Colón y del arranque de la Castellana la Casa-Museo de Sorolla (les recomiendo la visita a ambas). ¿Tan difícil es hacer algo parecido en Sevilla con otros muchos artistas que nacieron o vivieron aquí? Hasta “nacionalistas de la patria chica” como yo nos damos cuenta de estas cosas.
5: Me encanta la Gran Vía de noche. Alegra el espíritu salir un domingo a cenar y no sentirse extraño por estar en la calle en vez de viendo Gol al Gol o Estudio Estadio (que por cierto no sé si sigue existiendo).
6: Es increíble, pero con la de veces que había ido a Madrid nunca había visitado el Palacio Real (ni la tasca de enfrente a la Almudena). Mereció la pena una hora y media de cola con los pies helados y el paraguas en alto, su interior me sorprendió muy gratamente.
7: Lo que aquí es mono a mediodía de una cerveza bien fresquita o una copita de vino de Jerez –según la temporada- allí lo es de un vermú de grifo, a la Mahou que le den. Donde fueres haz lo que vieres.
8: ¿Por qué en Sevilla no hay cafeterías ni teatros en condiciones y en Madrid abundan tanto ambas cosas? ¿Quizá sean elementos muy rancios para una ciudad con un gobierno “de progreso” como la nuestra? El caso es que yo los echo de menos. Hace tiempo que vengo comprobando que me gusta acudir tanto a unas como a otros. No, si al final no voy a ser tan “nacionalista"...
9: Quien pasa unos días en Madrid –aunque sean de relax como los míos- y no se agobia un rato ni ha ido a Madrid ni na. El Prado con ciertas prisas o querer hacer tres cosas en una misma tarde son una buena ocasión para lograrlo. Doy fe.
10: Aunque sea una tontería y aunque te empiece a diluviar en ella sin que lleves paraguas y tengas que entrar en el Corte Inglés a comprar uno muy morantista, se siente algo especial en la Puerta del Sol sabiendo que horas después verás por la tele –como cada año desde que tienes uso de razón- las campanadas de fin de año marcadas por su famoso reloj.

Ya lo venía intuyendo hace algún tiempo, pero definitivamente y al contrario que a otros muchos, me gusta ir a Madrid.