19 septiembre 2009

Don Luis Rey


Sabrán por la prensa de la muerte -días atrás- de don Luis Rey Romero, director de mi colegio entre 1977 y 1997; veinte años en los que se integran los ocho inolvidables en que fui alumno de San Francisco de Paula (1986-1994). Por ello -y pese a que desde hace doce su puesto es ocupado por su hijo-, el bueno de don Luis siempre fue para mí y para todos los excelentes amigos que en el colegio hice "nuestro director".
En la triste hora de su fallecimiento, mucho se ha descrito por parte de antiguos alumnos y numerosos periodistas su impagable labor docente, científica y si me apuran -por encima de todo- humanística; y es que don Luis, más allá del brillante hombre de ciencias, era un profesor culto y sensible, capaz de apreciar y destacar algo tan sencillo y cotidiano como la forma de leer en voz alta de un niño recién iniciado en esas lides.
Hoy, más de dos décadas después de aquello, a ese niño, que nunca fue su alumno de forma directa y que apenas cruzó con él cuatro o cinco palabras pese a verlo a diario por patios y pasillos durante muchos años, no se le ocurre otra forma de homenajearle que dándole las gracias. Dándole las gracias por mantener, durante su etapa al frente de San Francisco, la esencia de difícil explicación que hizo del nuestro un colegio diferente, mucho más allá de los resultados destacados de sus alumnos y de la organización de actividades pomposas...