28 abril 2009

Apuntes maestrantes


Espoleado por las crónicas diarias -publicadas en El Mundo Andalucía- desde su grada 4 (qué arte hay en ella) de mi buen amigo Álvaro Pástor, y por las que desgrana, cada vez con mayor magisterio, mi no menos querido Basilio García (Kiski) en su blog trianero-almeriense tras sus tardes de toros, me lanzo al ruedo con algunos apuntes acerca de mi fin de semana taurino como espectador de la plaza más bella del mundo.
No recordaré la preferia 2009 por lo mucho que pude ir a los toros. Mis prácticas en la sección de Cultura de Diario de Sevilla han hecho que mi contacto con aquello que ocurría en el ruedo maestrante se haya reducido a lo contado por la radio y a lo poco que podía ver, cuando la cosa se ponía interesante, en una pequeña tele de la redacción. Por ello, aunque tengo mis opiniones de lo ocurrido hasta el viernes, dejo que sean otros quienes entren en valoraciones. Eso sí, permítanme que destaque ese ramillete de verónicas de Morante en la "novillada" de Victorino, para llorar...
El sábado por fin me tocó vivirlo in situ y la verdad es que no se puede decir que no tuviera suerte. Lo del Ventorrillo, sin ser gran cosa, se dejó y medio aguantó el tipo, que hoy ya es mucho decir. Alejandro Talavante corto dos generosas orejas al tercero de la tarde, un torito de dulce al que el extremeño toreó con exquisito gusto por el pitón izquierdo, dejando para el recuerdo algunos naturales profundos de esos por los que suele mostrarse excesivamente orgulloso tras rematarlos (hay que darlos, que seamos los demás quienes los valoremos). Adornó la faena con detalles pintureros llenos de sabor y el público se entregó con un diestro que andaba en horas bajas en los últimos tiempos. En el sexto, que ya no era la tonta del bote, volvió a descubrirse como lo que es, un torero sin técnica ni sentido de la colocación. El que estuvo enorme fue el Juli; lo de menos fue la oreja del primero, en el que anduvo firme y poderoso, además de matarlo por alto, como casi siempre; lo gordo vino en el cuarto, un toro para entenderlo, al que cuajó a base de tesón, saber andarle y muletazos profundos de mano baja. Cuando se paró se pegó un arrimón que estando rico y casado con una Domecq sólo es capaz de dárselo una figura del toreo. El incomprensible cese de la música (vaya telita el heredero de Pepín), el acobardamiento del toro y la precipitación de su matador le hicieron perder una puerta del Príncipe que tarde o temprano llegará. Ahora sí, Juli, hace unos años nunca pensé que escribiría esto, pero vaya torerazo estas hecho. El Cid no estuvo en toda la tarde (hay quien dice que en toda la Feria). Creo que basta con decir que se le fue íntegro un gran toro al que hace dos años le hubiera cortado las dos orejas sin grandes esfuerzos y él, pese a sus declaraciones a la prensa diciendo que le dio los 30 pases que tenía, me consta que lo sabe. Estoy seguro que pronto volverá por sus fueros, porque casta tiene toda la del mundo.
Lo del Domingo -que comenzó con una tertulia exquisita en las azoteas maestrantes que ya la quisiera Manolo Molés- fue una historia bien distinta. Tras dos años sin pisar el albero sevillano, la corrida de Jandilla dejó la imagen dantesca de un toro patasarriba en el centro del ruedo a mitad de faena de un siempre esperado Castella y otro de notable interés, el lidiado en cuarto lugar, el cual no tapa la falta de raza y emoción de sus hermanos. Claro está que el bueno le tocó a Finito, ese señor que aparece por aquí cada nueva primavera, impecablemente vestido y peinado, abriendo uno de los carteles más rematados de la Feria. Que Juan ya no se presta a grandes alardes lo sabemos todos y hasta lo podemos comprender, pero que sabiendo torear como sabe -ahí quedan algún derechazo suelto, camuflado entre 200 con el pico de la muleta- le salga un toro así en Sevilla y tras tantos años de profesión no se digne a cuajarlo es, cuanto menos, de poca vergüenza. Y Morante..., que declaró intenciones con un quite por chicuelinas y una media para soñar, que exprimió al segundo todo lo que pudo y más y que estuvo hecho un tío con el quinto de la tarde, al que tragó lo indecible y al que toreó por ambos pitones con la personalidad que sólo él atesora. Pienso que si la última serie la pega con la derecha (el pitón bueno del toro) y la remata con algún chispazo de los suyos hubiese desorejado al de Jandilla. Qué nadie dude que podrá gustar más o menos, pero que éste es el más técnico y valiente de todos los toreros artistas de la historia.
Y el lunes Manzanares.... Me reafirmo, ésta, la que cada tarde se vive en el Arenal, antes, durante y después de cada corrida, es la única Feria que sé disfrutar.