20 enero 2008

Cuando viene de vuelta


Noche cerrada, cúmulo de emociones vividas, cuerpos cansados, primeros atisbos de melancolía... Ya viene cerca, se presiente en el andar pausado de sus nazarenos, en las miradas adultas y serenas que se adivinan tras los antifaces, en el sonido lejano de una marcha que no acertamos a identificar aún.
Un año más hemos vuelto a acudir a la cita. Vencido el sol de las primeras horas de la tarde, entregada la luz a los confines aljarafeños que perfilan el sueño de la ciudad en sus días grandes, ha nacido la luna de la Semana Santa, aquella que preside el retorno a su templo de estos tramos de cera que se observan como trazos infantiles desde un cielo que hoy creemos tener en nuestras manos.
Un año más volvemos a este mismo lugar, tan distinto al que transitamos cada día, tan diferente al de la fría tarde navideña, al de los rigores veraniegos de agosto y algo más semejante, fruto de la ilusión de lo cercano, al de las vísperas gozosas que nos trajeron hasta aquí. La luz de la primavera, todo un año escondida, reapareció una tarde templada, casi sin darnos cuenta nos tomó de la mano y guiados por ella alcanzamos este instante sublime en que no existe más luz que la de la candelería vencida de este paso de palio que tenemos ante nuestros ojos.
Ahora sí que identificamos la marcha, puro clasicismo y elegancia exquisita. Viene asentado pero con fuerza, suenan sus bambalinas, nos impresiona el cimbreo de sus varales, el chisporreteo de la cera que arde, el desorden medido de las flores que lo adornan. Amargura, Aguas, Dulce Nombre, Regla, Valle, Montserrat..., qué más da...
Tal y como la vimos llegar se nos escapa. Su manto y la trasera son un epílogo de ensueño que retendremos doce meses en nuestro pensamiento; hasta que si Ella quiere, una tarde templada, la luz primaveral vuelva a traernos de su mano hasta este mismo espacio en el que su presencia nos sigue cautivando, año tras año, cuando viene de vuelta.

08 enero 2008

Entrevista a don José María de Mena

El escritor y colaborador de Casco Antiguo, José María de Mena, lleva décadas al servicio de la historia de la ciudad.

“MI LABOR ME HA HECHO SENTIR EL CARIÑO DE LA GENTE DE SEVILLA”

Años de dedicación a la ciudad que ama por encima de todas las demás, han llevado a José María de Mena a convertirse en el culpable de que muchos sevillanos compartan su pasión.

Enrique Henares

Por mucho que me hubiera esforzado, jamás hubiera logrado imaginar que un buen día ejercería mi eterna vocación periodística y menos aún que uno de mis entrevistados sería José María de Mena, aquel señor que aparecía en la contraportada de un libro rojo, con la fotografía de la Giralda vista desde la plaza de la Alianza, que en mi niñez me regaló mi padre con la sana intención de que me aficionase a todo lo maravilloso que encierra nuestra tierra.

La tarde es bien temprana. Don José María nos ha citado en su domicilio de la calle Vascongadas, justo a la espalda de la capilla del Carmen de Calatrava; allá por los confines de la Alameda y muy cerca del portalón trasero del convento de San Clemente. Sin lugar a dudas un lugar cargado de historia y un perfecto rincón para soñar y contar Sevilla. Rodeados de libros propios y ajenos nos situamos en el despacho del escritor... “Bueno amigo, ¿de qué quieres que hablemos?”; rápidamente replico a don José María que de su obra, de su envidiable trayectoria como historiador de la ciudad.

Toma la palabra Mena y comenzamos a asistir al relato de esa historia de amor con Sevilla: “cuando terminé la carrera, doña Amantina Cobos de Villalobos, una ilustre señora; maestra, poetisa, historiadora y académica, me planteó una cuestión que llegó a sorprenderme, la de qué pensaba hacer a partir de ahora”. El joven José María acababa de concluir sus estudios y de alcanzar su plaza como profesor por oposición, pero doña Amantina había puesto sus ojos en él para que llevase a cabo una labor a su juicio necesaria en esos momentos, la de recoger la historia, los testimonios, los hechos más o menos verosímiles y todos los aspectos particulares que conformaban la crónica de la ciudad a lo largo de los siglos. Eran años en que, muertos los viejos eruditos en materia sevillana, sólo quedaba en ejercicio don Santiago Montoto, el llamado Patriarca de las Letras Hispalenses, quien ya era muy mayor y que por su gran labor y su esfuerzo constante debía contar con un digno sustituto que ocupase su lugar algún día. Preguntar a don José María por Montoto es hacerle revivir la Sevilla de su juventud, aquella que gustaba pasear con el venerable anciano residente en la calle Mateos Gago. Con don Santiago compartió Mena las ondas de Radio Sevilla, emisora de la que fue redactor jefe y en la que el viejo historiador mantenía su programa “Sevilla en la tradición y la leyenda”.

DE UNA OBRA A OTRA

Alentado por su buena amiga y por el propio Montoto, comienza José María de Mena su labor literaria. Lo primero que idea es una obra en la que recoger todos aquellos testimonios históricos que conforman la biografía global de la ciudad, nace así su “Historia de Sevilla”. Pero pronto se da cuenta Mena de que la suya no sería una labor fácil. “La historia la hacen personajes, por tanto a los mismos habría que dedicarles otro libro. Estos viven en calles, plazas y barrios que también habría que recoger en una obra y como no, en la historia también hay hechos curiosos que ya de por si merecen ser recogidos en un solo volumen. Hay además entre estas curiosidades algunas sin resolver, es decir enigmas y hasta a esos dediqué una obra: “Enigmas históricos de Sevilla”. Mención aparte merece su obra “Tradiciones y leyendas sevillanas”, quizá una de las más leídas y demandadas y de la que pronto verá la luz una nueva edición.

Llegamos entonces al punto en que, cubierto el objetivo inicial, don José María comienza a escribir libros de temática más personal, es el caso de “La Sevilla que se nos fue”, por la que el entrevistador confiesa sentir auténtica debilidad y que en palabras de su autor: “constituye un homenaje a la generación de las madres y las abuelas de los entonces jóvenes lectores de la obra, realizando para ello un recorrido por distintos aspectos de la vida cotidiana de la Sevilla de aquellos años”. Tiene tiempo Mena para aportar su granito de arena al mundo de las cofradías (“Cristo andando por Sevilla”), para elaborar guías como las del Alcázar y el Cementerio, e incluso para ampliar horizontes con un libro, “Así fue el Imperio Español”, hablando del cual apreciamos su pasión por la historia general, señalándonos a Sevilla como “parte fundamental del mismo, puerto único y referente, controlado siempre por la Casa de Contratación”.

IMPRESIONES SEVILLANAS

Era obligado cuestionar a quien tanto conoce la ciudad a través de sus distintas épocas por su visión actual de la misma. Lejos de lo que muchos pudieran imaginar, don José María hace gala de su exquisita educación adobada por su fina ironía y declara que: “todo depende de los gustos, lo que a unos gusta para otros es horrible. El feísmo existe desde que lo inventó un tal Bretón y por ello, aunque nos cueste asumirlo, hay distintos conceptos de crear belleza. Bien es verdad que están llegando a verse cosas difícilmente explicables”.

A través de sus palabras sueña Mena con la Sevilla que conoció, la Sevilla de los paseos sin prisas, la de la muralla tristemente escondida, la que tuvo una calle San Vicente cuyos más de cien números se contaban por bellísimas casas, entre ellas la que albergó el taller de su buen amigo, el escultor Antonio Castillo Lastrucci, al que se sigue emocionando al recordar. “De entre las muchas personas conocidas que he tratado a lo largo de estos años, siempre sentí especial predilección por Antonio Castillo, un hombre humilde y trabajador; gran artífice de la reconstrucción de la Semana Santa tras la quema de iglesias de los años treinta y al que Sevilla no supo valorar, hasta el punto de morir arruinado y solo, instantes después de mi por entonces diaria visita a su casa”.

MÁS ALLÁ DE LOS LIBROS

Pero la gran labor de José María de Mena no se ha limitado a su obra escrita, a esos libros que todo sevillano prototípico tiene en su haber. Muy seguido era su comentario del día en Radio Sevilla y también sus numerosos artículos en diferentes rotativos, como el nuestro, con el que colabora prácticamente desde sus orígenes y del que sólo habla maravillas: “me gusta Casco Antiguo porque se trata de un periódico modesto, sin color político, estrictamente local y por tanto cercano al lector en todo lo que cuenta”.

Lógicamente esta larga trayectoria en el mundo de las letras locales no hubiera sido posible sin el refrendo de los sevillanos, sus lectores. “Estoy bien encajado en Sevilla, mi labor me ha hecho sentir el cariño de gente de toda clase social. No tanto el de las instituciones...”.
Continúa la conversación, don José María nos desgrana sus proyectos más inmediatos, en los que trabaja ilusionado como si fueran los primeros. Las horas pasan volando escuchando sus mil anécdotas. Antes de despedirnos saco de mi mochila el viejo libro de la portada roja presidida por la Giralda, “Sevilla explicada a los jóvenes”. Desde aquella tarde de comienzos de noviembre reposará por siempre en mi biblioteca cariñosamente dedicado por su autor.

Nota a posteriori: esta entrevista a don José María de Mena, ese señor que a muchos nos aficionó a los temas sevillanos, fue realizada el pasado mes de noviembre para el especial de Navidad del periódico Casco Antiguo, donde fue publicada a fecha de 23 de diciembre de 2007.