26 agosto 2007

Ánimo, Puerta


Como tantas veces he escrito, este es un blog sobre Sevilla y sobre todo lo que tiene que ver con esta bendita ciudad. Sus principios fueron estrictamente costumbristas, sentimentales, si me apuran hasta tópicos, en esa línea del amor profundo a lo tradicional que muchos sevillanos mantenemos. Poco después creció de forma sorpresiva y en ocasiones creí necesario abrir su temática algo más allá, hasta donde los ciudadanos, sus sentimientos y sus preocupaciones pudieran llegar a demandar.
Hoy en toda España no se habla de otra cosa, y es que ayer por la noche, las imágenes de un niño de Sevilla, caído inconsciente sobre el césped del Ramón Sánchez Pizjuán y más tarde las de su evacuación en camilla del estadio, nos sobrecogieron a todos.
La gran mayoría de vosotros sabéis de mi beticismo de cuna y por qué no decirlo, también de mi antisevillismo manifiesto, algo que llevado con respeto no es nada extraño en estos lares nuestros, sino la sal del fútbol y de la convivencia. Pero esto no es óbice para que hoy, en este rinconcito que creé hace poco más de un año para expresarme libremente de la forma en la que más disfruto haciéndolo, mande todo mi apoyo a Antonio Puerta, un excelente futbolista a cuyo crecimiento, como todos vosotros, he asistido en estos últimos años; un sevillano del mismo barrio de Nervión que en un jueves de Feria llevó a su club de toda la vida a los días de gloria en los que aún hoy vive instalado.
Esperando las mejores noticias, porque es un chico joven y porque como hijo de la tierra forma parte de esta historia, desde El Blog de Pregonero: ¡ánimo, Puerta!
Nota a posteriori: dos días después de ser publicada esta entrada, Antonio Puerta se marchó a los cielos junto a su Esperanza de Triana.
Fue una jornada triste y emotiva, en la que toda la ciudad se unió rota por el dolor. Difícilmente la olvidaremos.

14 agosto 2007

Tardes solitarias de la Novena


Lloran estas tardes solitarias de la Novena de la Virgen la muerte de Pepín Tristán. Lo lloran las elegantes corbatas del palio de Subterráneo, las altas cresterías de Montserrat y de los Dolores de San Vicente, y el balconcillo de su grada de la plaza de toros, desde donde siempre supo seguir poniendo banda sonora a la primavera de Sevilla.
Lloran estas atardecidas de vencejos bajos en torno a la Giralda, la soledad de la calle Francos, los atardeceres melancólicos del estío, la añoranza de las tardes de frío y bullicio, de humo de castañas, de ajetreo comercial...
Suenan las campanas de la torre mayor. Contemplamos una Catedral de puertas abiertas, de abanicos incesantes, de batas de verano, de señoras mayores con cara de sevillanísimas. Cantos litúrgicos, ajetreo de albas blancas ante la Patrona. Toda la vida de una ciudad concentrada, ante su mirada de siglos, en estas tardes solitarias, calurosas, melancólicas de una Sevilla más viva. Si no las conocéis acercaros, pasead la inmensidad catedralicia mientras la luz apura su existencia tras la espadaña de la Encarnación. Id a ver a la Virgen en estas horas muertas de la ciudad y rematad el plan tomando un botellín fresquito en Álvaro Peregil.
Mañana será como siempre, tan igual, tan distinto, tan de toda la vida y tan nuestro. Pero estas tardes son tan secretas y tan bellas que merece la pena disfrutarlas como antesala del amanecer único de la Reina de Reyes.
Felicidades Dama. Muchas gracias a todos. Mañana 15 de Agosto, día de nuestra Patrona, hace un año que existe este blog.

07 agosto 2007

Una ciudad para volver

Rompiendo con lo habitual, que es hablar de las cosas de Sevilla desde este rinconcito de la red en el que muchos queridos amigos os citáis, y a petición popular de varios de vosotros, no tengo más remedio que contaros siquiera unas breves impresiones de mi viaje a París.
No es fácil, os lo aseguro. Me consta que sois bastantes los que la conocéis y que el resto a buen seguro la imagináis como hasta hace unos días lo hacía yo.
Hace dos veranos amplié horizontes visitando Roma; viaje inolvidable y, en cierto modo, pensaba que ciudad insuperable por mis gustos artísticos y culturales. París es diferente, es otro mundo bien distinto. Puede que de mis cuatro salidas europeas nada me haya gustado más que Roma, pero a buen seguro pocas ciudades, por no decir ninguna, más completas que París podremos encontrarnos por el mundo.
Su catedral no es superior a otras y mucho menos a la nuestra, pero tiene algo. Su río propicia estampas inolvidables. Su símbolo mayor no tiene el peso de los siglos, pero impresiona y enamora como pocos. Sus calles tienen una vida sorprendente y única, capaz de aunar la diversidad con la belleza sin que apenas se note.
Puede que el encanto de París radique en eso, en que sus barrios son tan distintos como sus gentes, en que no es necesaria la existencia de la armonía propia de otras ciudades para que nazca uno de los rincones más maravillosos del orbe.
Indudablemente, ciudad para volver.