30 octubre 2006

La otra rosa de San Lorenzo

Si Sevilla me enamora como lo hace es, entre otras cosas, porque una persona muy especial para mí me enseñó a amar profundamente ese rincón tan puro de pequeñas calles salpicadas de patios de pilistras y conventos femeninos, sobrevoladas por becquerianas golondrinas que buscan el cercano río.
Por ella siempre supe que el final de la antigua Capuchinas desembocaba en el mismo cielo, en esa plaza, alfombrada de hojas otoñales, donde habita quien todo lo puede y donde San Lorenzo con su parrilla preside la parroquia en la que la Soledad, de la que abuelo fue penitente y ante la que se casó y se bautizaron sus tres hijos, vigila todo un barrio al que se asoma inmersa, cada Sábado Santo, en la cofradía con más romanticismo de toda la Semana Santa.
Ella me enseñó que la Pastora de San Antonio es la Virgen de gloria que recorre su pequeña ciudad y que al Señor, en una mañana de Mayo y bajo palio con tambores de Tejera por la calle Santa Clara, se le llama "Su Divina Majestad".
Ella llevó a la silla de la Campana durante muchos años a ese niño "fatiga" que, con su primo Juan, tenía que estar sentado allí cuando pasara la primera; y ella, mi abuela, fue quien me contó ese secreto a voces de que la morena más guapa de Sevilla vive en el que siempre fue su barrio y que el Miércoles Santo por la mañana, recién concluida la estación de penitencia, está más bella que nunca en su paso de palio tras los "mocos" de cera de la candelería.
Gracias a esa otra rosa de San Lorenzo siempre supe que Sevilla es más Sevilla en donde ella nació, el mismo año en que Castillo hizo el Dulce Nombre.

24 octubre 2006

Soñando primaveras

Ocurrió el pasado Domingo. Un año más, el otoño llegaba a la ciudad en la fina y delicada sonrisa macarena de esta Virgen del Rosario que, como tantas otras veces, volvió a enamorar con su dulzura hasta a la misma lluvia de finales de Octubre.
Es la primera de esas postreras procesiones de gloria que nos saben a tiempo incierto, a café de media tarde en la calle Feria y a humo de castañas y primeros fríos.
Sabíamos que no podría salir, pero no por ello dejamos de acudir a verla. Repleta la Basílica se levantó su paso y, elevada y majestuosa, avanzó entre la multitud para asomarse al atrio a los sones de sus marchas de siempre.
No hubo Arco, ni callejones, ni ambiente inigualable de la calle Parras, ni siquiera lejanos recuerdos de San Gil..., pero sí estaba Ella y es por eso que, aún sin su presencia física, volvieron a llenarse de sus gracias todos estos lugares.
Todo fue más breve que de costumbre. La Virgen regresó al interior y su paso quedó detenido junto a la puerta. Se apagaron las luces y quedó solitaria la Basílica. Mientras, con la Esperanza como testigo, un Niño soñaba primaveras de sol dormido sobre el hombro de su Madre.

16 octubre 2006

Calentitos frente al Arco

Se empieza a presentir la pronta amanecida en el relente de la madrugada. Es noche de tertulia cofrade y de buenos amigos y no hay, a pesar de la hora, intención alguna de que deje de serlo.
Hemos vuelto a contar las mismas anécdotas que, de nuevo, nos han vuelto a hacer la misma gracia que cuando las vivimos; han surgido las mismas bromas, los mismos comentarios de siempre...
Una vez más, sin darnos cuenta, hemos cerrado unos cuantos bares, "si es que cuando empezamos a hablar de pasos no hay quien nos pare...".
Una vez más hemos vuelto a recoger esa herencia tan sevillana, tan repetida a lo largo del tiempo por distintas generaciones, de acabar la noche tomando calentitos frente al Arco de la Macarena.
Estamos "tiesos", no hay ni para chocolate, pero sí que quedan ganas de seguir riéndonos un rato más.
Ojalá que momentos como éste continúen sucediéndose durante muchos años...
(Y tanto que esto había que contarlo en el Blog...)

11 octubre 2006

Gracias a aquellos locos...

Gracias a aquellos locos acabamos de conmemorar quinientos años de la colocación de esa "piedra postrera" en el cimborrio de nuestra Iglesia Mayor.
Han pasado los siglos y ese sueño imposible de la Catedral se ha ido construyendo para que quienes tuvimos la dicha de nacer al cobijo de su torre, en aquel lejano 10 de Octubre aún musulmana e incompleta, la admiremos y la contemplemos.
Gracias a aquellos locos nos topamos con esa estampa maravillosa de la Plaza del Triunfo al desembocar en ella tras girar por Miguel de Mañara, viniendo de Contratación; ¿no os sigue sorprendiendo tanta belleza cuando de golpe y porrazo os rodean la muralla del Alcázar, el Archivo de Indias y ese cuadro catedralicio y giraldeño vigilado por la Inmaculada desde las alturas?
Gracias a aquellos locos podemos pasear esa Catedral de puertas abiertas para que, como dijo Burgos, "entre la mareíta de la tarde que por el río desde Sanlúcar sube" en las lentas atardecidas de la Novena de la Virgen.
Gracias a aquellos locos podemos transportarnos unos siglos en el tiempo cuando, una fría mañana de invierno, entramos bien temprano a rezar en una Catedral tan solitaria que llega a asustar y nos sorprenden los latines de los canónigos en el coro.
Gracias a aquellos locos las mañanas del Corpus y la Virgen son como son; gracias a ellos disfrutamos del Lunes primero de Cuaresma en uno de los más hermosos marcos posibles para rezar las estaciones del Vía Crucis.
Gracias a aquellos locos existe un epicentro en los días grandes de la semana que soñamos todo un año, gracias a estos señores nuestra mirada nazarena se admira en esos días ante la inmensidad de la Magna Hispalensis y nuestra pisada costalera acelera su andar ante la planitud del frío mármol.
Hace más de quinientos años, un grupo de locos quisieron que los tomásemos por tales construyendo con piedras de las canteras portuenses un sueño que no sólo llegó a hacerse real sino que es hoy orgullo de esta tierra y de toda la humanidad.

05 octubre 2006

Mi pasión por la radio

La radio es una de mis grandes pasiones. Aprendí a escucharla desde muy niño, siendo la Semana Santa, como en el caso de la lectura y la escritura, el vehículo que me llevó hasta ella.
Tengo grabada esa imagen invernal del sofá y la camilla donde, sin entender la mitad de lo que en él se hablaba, oía atentamente con mis cascos el programa veterano de la información cofradiera: "Saeta" de Radio Popular, la COPE, esa emisora tan renombrada en casa ya que en ella mi padre hacía los toros.
Poco a poco fue formando parte de mi vida y distintos programas fueron escribiendo en mi memoria imborrables recuerdos mientras crecía: las mañanas de Carlos Herrera (aquí el mayor de sus fósforos), entonces en Canal Sur y a cuyo programa en directo asistí unas navidades en la Sala Chicarreros; el fútbol local de Radio Sevilla, cuando la Cámara de los Balones era abierta al público y el Maestro Araujo nos recibía a todos, mochilas a la espalda, recién escaqueados del instituto para la ocasión; las tardes del programa cofrade de Antena Médica, que nos permitía soñar con cofradías durante todo un año; y como no, las noches de radio deportiva, que en la Cuaresma se tornaban en continuo cambio de dial para pasar de Radio Voz a Radio Sevilla y de aquí a "El Llamador", con el que a veces nos rendía el sueño.
Llegaron después los años del Concurso de Cultura Cofrade de "Cruz de Guía", en el que tantos amigos hicimos y en el que los que teníamos dentro ese gusanillo de la radio pudimos matarlo perdiendo el miedo al micro y conociendo en profundidad el ambientillo de la sevillanísima casa de la Cadena SER en González Abréu. Me encanta seguir yendo por allí a echar una mano cuando llega la época...
Hoy la radio sigue formando parte de mi vida, sigue siendo la banda sonora de mis mañanas y mis noches. La nota media, como a tantos otros, no me permitió estudiar Periodismo, pero no pierdo la esperanza de algún día dedicar parte de mi tiempo libre a esta hermosa afición mantenida desde la niñez.